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domingo, marzo 23

Mientras gimen las palomas...

Ben Said El Magribi

Mientras gimen las palomas,
alárgame el vaso lleno:
venga vino, y de mi seno.
ahuyente todo pesar.
Dicen que por causa tuya
adquiero perversa fama: .
que el mundo loco me llama.
y que se burla de mí; .
que tus amores quebrantan.
la energía de mi vida; .
que está mi hacienda perdida;
que hasta mi honra te di.
Pero yo al punto respondo
que temo más tus desdenes,
que honra, paz, salud y bienes
en un instante perder ...

علي بن موسى بن سعيد المغربي
Historiador, geógrafo y poeta
Andaluz, de Alcalá la Real.

lunes, septiembre 17

Pastor de estrellas

Astrolabio


Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo
apacentar todos los astros fijos y planetas.
Las estrellas en la noche son el símbolo
de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente.

"Sobre las señales del amor"
De: El Collar de la Paloma
Autor: Ibn Hazm (994-1064
(Abu Muhammad `Ali ibn Ahmad ibn Sa`id ibn Hazm)
Poeta andaluz nacido en Córdoba

lunes, agosto 20

A un poeta muerto (F.G.L.)

A un poeta muerto


Así como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.

Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.

Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.

Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.

Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.

Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.

Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.

Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.

Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.

Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.



Luis Cernuda Bidón (1902-1963)
Poeta Andaluz, de Sevilla

sábado, agosto 18

Federico, in memoriam

Dalia de la Alhambra

Decid a mis amigos
que he muerto.
(El agua canta siempre
bajo el temblor del bosque.)

Decid a mis amigos
que he muerto.
(¡Cómo ondulan los chopos
la gasa del sonido!)

Decid que me he quedado
con los ojos abiertos
y que cubría mi cara
el inmortal pañuelo
del azul.
¡Ah!
y que me fui sin pan a
mi lucero.

domingo, junio 17

Rosas

Rosas blancas de la Alhambra
Rosas blancas de La Alhambra

La rosa es lo más bello que el ojo puede contemplar, 
Lo más delicado de cuanto riegan las nubes generosas.
Las flores de los jardines se inclinan 
Ante su hermosura y la obedecen por lejos que estén.
Cuando surge la rosa en sus ramas, 
Unas flores mueren y otras palidecen de envidia. 

 Ahmad ibn Muhammad ibn Abi 'Abda (Siglo X)
 Poeta, general y ministro. Andaluz, de Córdoba.

domingo, febrero 5

El luto

La Casa de Bernarda Alba  

«En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo.»  

GARCIA LORCA, Federico: La Casa de Bernarda Alba. 1936 


En la fotografía: La casa de Bernarda Alba, o la Casa de los Alba, en Valderrubio (antigua Asquerosa). Se encuentra situada a la espalda de la casa de la Familia García Lorca en la Calle Real. La familia Alba siempre se sintió dolida de ser la protagonista de este drama lorquiano.

Autor: Landahlauts

viernes, agosto 19

Canción de la muerte pequeña

Flamenco en la Huerta de San Vicente

Prado mortal de lunas
y sangre bajo tierra.
Prado de sangre vieja.
Luz de ayer y mañana.
Cielo mortal de hierba.
Luz y noche de arena.
Me encontré con la muerte.
Prado mortal de tierra.
Una muerte pequeña.
El perro en el tejado,
Sola mi mano izquierda
atraversaba montes sin fin
de flores secas.
Catedral de ceniza.
Luz y noche de arena.
Una muerte pequeña.
Una muerte y, yo un hombre.
Un hombre solo, y ella
una muerte pequeña.
Prado mortal de luna .
La nieve gime y tiembla
por detrás de la puerta.
Un hombre.¿y qué? Lo dicho.
Un hombre solo y ella.
Prado,amor,luz y arena.
Canción de la Muerte Pequeña
Federico García Lorca



Mortal field of moons
and subterranean blood.
Field of ancient blood.
Past and future light.
Mortal sky of grass.
Light and night of sand.
I cam face to face with death.
Mortal field of land.
A little death.
The doy on the roof.
Only my left hand
crossed the unending
slopes of dry flowers.
Cathedral of ash.
Light and night of sand.
A little death.
A death and the man I am.
A man alone with her,
a little death.
Mortal field of moons.
The snow moans and trembles
on the other side of the door.
A man. So what? That's all.
A man alone with her.
Field, love, light, and sand.

Song of A Little Death 
Federico García Lorca




Federico, In Memoriam 


Hubo otros 19 de Agosto en La Arbonaida




Fotografía: Flamenco en la Huerta de San Vicente
Autor: Landahlauts

martes, mayo 24

La Ladrona

"La Ladrona"


Yo a vosotros no puedo veros. Mis ojos no conocen sino esos collares de oro y perlas que caen, suspendidos en el aire. Desde el principio es lo único que he visto siempre.
Pero os oigo sí, os oigo a todos, por eso se que estáis ahí, porque oigo vuestras voces y siento, siento el tacto de vuestra mirada recorriéndome.
Oyéndoos he aprendido mucho.
He aprendido a que me llamáis La Ladrona. He entendido que estoy encadenada, y por eso esta postura en la que me encuentro y esta presión aquí, en las muñecas. Me he enterado también de que, encima de mi cabeza, llevo escrita una frase en árabe: "Mi muerte es mi castigo".


Gracia Morales (1973)
Poeta andaluza, de Motril
La voz de La Ladrona (fragmento)


Imagen: "La Ladrona
Óleo sobre lienzo  

viernes, mayo 13

Granada: Paraíso cerrado para muchos

Carril de la Lona

Granada ama lo diminuto. Y en general toda Andalucía. El lenguaje del pueblo pone los verbos en diminutivo. Nada tan incitante para la confidencia y el amor. Pero los diminutivos de Sevilla y los diminutivos de Málaga son ciudades en las encrucijadas del agua, ciudades con sed de aventura que se escapan al mar. Granada, quieta y fina, ceñida por sus sierras y definitivamente anclada, busca a sí misma sus horizontes, se recrea en sus pequeñas joyas y ofrece en su lenguaje diminutivo soso, su diminutivo sin ritmo y casi sin gracia, si se compara con el baile fonético de Málaga y Sevilla, pero cordial, doméstico, entrañable. Diminutivo asustado como un pájaro, que abre secretas cámaras de sentimiento y revela el más definido matiz de la ciudad. El diminutivo no tiene más misión que la de limitar, ceñir, traer a la habitación y poner en nuestra mano los objetos o ideas de gran perspectiva. Se limita el tiempo, el espacio, el mar, la luna, las distancias, y hasta lo prodigioso: la acción. No queremos que el mundo sea tan grande ni el mar tan hondo. Hay necesidad de limitar, de domesticar los términos inmensos. Granada no puede salir de su casa. No es como las otras ciudades que están a la orilla del mar o de los grandes ríos, que viajan y vuelven enriquecidas con lo que han visto. Granada, solitaria y pura, se achica, ciñe su alma extraordinaria y no tiene más salida que su alto puesto natural de estrellas. Por eso, porque no tiene sed de aventuras, se dobla sobre sí misma y usa del diminutivo para recoger su imaginación, como recoge su cuerpo para evitar el vuelo excesivo y armonizar sobriamente sus arquitecturas interiores con las vivas arquitecturas de la ciudad. Por eso la estética genuinamente granadina es la estética del diminutivo, la estética de las cosas diminutas. Las creaciones justas de Granada son el camarín y el mirador de bellas y reducidas proporciones. Así como el jardín pequeño y la estatua chica. Lo que se llaman escuelas granadinas son núcleos de artistas que trabajan con primor obras de pequeño tamaño. No quiere esto decir que limiten su actividad a esta clase de trabajo; pero, desde luego, es lo más característico de sus personalidades. Se puede afirmar que las escuelas de Granada y sus más genuinas representantes son preciosistas. La tradición del arabesco de la Alhambra, complicado y de pequeño ámbito, pesa en todos los grandes artistas de aquella tierra. El pequeño palacio de la Alhambra, palacio que la fantasía andaluza vio mirando con los gemelos al revés, ha sido siempre el eje estético de la ciudad. Parece que Granada no se ha enterado de que en ella se levantan el palacio de Carlos V y la dibujada catedral. No hay tradición cesárea ni tradición de haz de columnas. Granada todavía se asusta de su gran torre fría y se mete en sus antiguos camarines, con una maceta de arrayán y un chorro de agua helada, para labrar en dura madera pequeñas torres de marfil. La tradición renacentista, con tener en la urbe bellas muestras de su actividad, se despega, se escapa o, burlándose de las proporciones que impone la época, construye la inverosímil torrecilla de Santa Ana: torre diminuta, más para palomas que para campanas, hecha con todo el garbo y la gracia antigua de Granada. En los años en que renace el arco del triunfo, labra Alonso Cano sus virgencitas, preciosos ejemplares de virtud y de intimidad. Cuando el castellano es apto para describir los elementos de la Naturaleza y flexible hasta el punto de estar dispuesto para las más agudas construcciones místicas, tiene Fray Luis de Granada delectaciones descriptivas de cosas y objetos pequeñísimos. Es Fray Luis quien, en la Introducción al símbolo de la fe, habla de cómo resplandece más la sabiduría y providencia de Dios en las cosas pequeñas que en las grandes. Humilde y preciosista, hombre de rincón y maestro de miradas, como todos los buenos granadinos. En la época en que Góngora lanza su proclama de poesía pura y abstracta, recogida con avidez por los espíritus más líricos de su tiempo, no podía Granada permanecer inactiva en la lucha que definía una vez más el mapa literario de España. Soto de Rojas abraza la estrecha y difícil regla gongorina; pero, mientras el sutil cordobés juega con mares, selvas y elementos de la Naturaleza, Soto de Rojas se encierra en su Jardín para descubrir surtidores, dalias, jilgueros y aires suaves. Aires moriscos, medio italianos, que mueven todavía sus ramas, frutos y boscajes de su poema. En suma: su característica es el preciosismo granadino. Ordena su naturaleza con un instinto de interior doméstico. Huye de los grandes elementos de la Naturaleza, y prefiere las guirnaldas y los cestos de frutas que hace con sus propias manos. Así pasó siempre en Granada. Por debajo de la impresión renacentista, la sangre indígena daba sus frutos virginales. La estética de las cosas pequeñas ha sido nuestro fruto más castizo, la nota distinta y el más delicado juego de nuestros artistas. Y no es obra de paciencia, sino obra de tiempo; no obra de trabajo, sino obra de pura virtud y amor. Esto no podía suceder en otra ciudad. Pero sí en Granada. Granada es una ciudad de ocio, una ciudad para la contemplación y la fantasía, una ciudad donde el enamorado escribe mejor que en ninguna otra parte el nombre de su amor en el suelo. Las horas son allí más largas y sabrosas que en ninguna otra ciudad de España. Tiene crepúsculos complicados de luces constantemente inéditas que parece no terminarán nunca. Sostenemos con los amigos largas conversaciones en medio de sus calles. Vive con la fantasía. Está llena de iniciativas, pero falta de acción. Sólo en la ciudad de ocios y tranquilidades puede haber exquisitos catadores de aguas, de temperaturas y de crepúsculos, como los hay en Granada. El granadino está rodeado de la naturaleza más espléndida, pero no va a ella. Los paisajes son extraordinarios; pero el granadino prefiere mirarlos desde su ventana. Le asustan los elementos y desprecia el vulgo voceador, que no es de ninguna parte. Como es hombre de fantasía, no es, naturalmente, hombre de valor. Prefiere el aire suave y frío de su nieve al viento terrible y áspero que se oye en Ronda, por ejemplo, y está dispuesto a poner su alma en diminutivo y traer al mundo dentro de su cuarto. Sabiamente se da cuenta de que así puede comprender mejor. Renuncia a la aventura, a los viajes, a las curiosidades exteriores; las más veces renuncia al lujo, a los vestidos, a la urbe. Desprecia todo esto y engalana su jardín. Se retira consigo mismo. Es hombre de pocos amigos. (¿No es proverbial en Andalucía la reserva de Granada?) De esta manera mira y se fija amorosamente en los objetos que lo rodean. Además, no tiene prisa. Quizá por esta mecánica los artistas de Granada se hayan deleitado en labrar cosas pequeñas o describir mundos de pequeño ámbito. Se me puede decir que éstas son las condiciones más aptas para producir una filosofía. Pero una filosofía necesita una constancia y un equilibrio matemático, bastante difícil en Granada. Granada es apta para el sueño y el ensueño. Por todas partes limita con lo inefable. Y hay mucha diferencia entre soñar y pensar, aunque las actitudes sean gemelas. Granada será siempre más plástica que filosófica. Más lírica que dramática. La sustancia entrañable de su personalidad se esconde en los interiores de sus casas y de su paisaje. Su voz es una voz que baja de un miradorcillo o sube de una ventana oscura. Voz impersonal, aguda, llena de una inefable melancolía aristocrática. Pero ¿quién la canta? ¿De dónde ha salido esa voz delgada, noche y día al mismo tiempo? Para oírla hay necesidad de entrar en los pequeños camarines, rincones y esquinas de la ciudad. Hay que vivir su interior sin gente y su soledad ceñida. Y lo más admirable: hay que hurgar y explorar nuestra propia intimidad y secreto, es decir, hay que adoptar una actitud definidamente lírica. Hay necesidad de empobrecerse un poquito, de olvidar nuestro nombre, de renunciar a eso que han llamado las gentes personalidad. Todo lo contrario que Sevilla. Sevilla es el hombre y su complejo sensual y sentimental. Es la intriga política y el arco de triunfo. Don Pedro y Don Juan. Está llena de elemento humano, y su voz arranca lágrimas, porque todos la entienden. Granada es como la narración de lo que ya pasó en Sevilla. Hay un vacío de cosa definitivamente acabada. Comprendiendo el alma íntima y recatada de la ciudad, alma de interior y jardín pequeño, se explica también la estética de muchos de nuestros artistas más representativos y sus característicos procedimientos. Todo tiene por fuerza un dulce aire doméstico; pero, verdaderamente, ¿quién penetra esta intimidad? Por eso, cuando en el siglo XVII un poeta granadino, don Pedro Soto de Rojas, de vuelta de Madrid, lleno de pesadumbre y desengaños, escribe en la portada de un libro suyo estas palabras: "Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos», hace, a mi modo de ver, la más exacta definición de Granada: Paraíso cerrado para muchos.

Granada: Paraíso cerrado para muchos
Federico García Lorca, Poeta
Andaluz, de Granada


Fotografía: Carril de la Lona
Autor: Landahlauts

jueves, febrero 10

Elegía Humilde

A Alhamar

Tu elegía, Granada, la dicen las estrellas
que horadan desde el cielo tu negro corazón.
La dice el horizonte perdido de tu vega,
la repite solemne la yedra que se entrega
a la muda caricia del viejo torreón.

Tu elegía, Granada, es silencio herrumbroso,
un silencio ya muerto a fuerza de soñar.
Al quebrarse el encanto, tus venas desangraron
el aroma inmortal que los ríos llevaron
en burbujas de llanto hacia el sonoro mar.

El sonido del agua es como un polvo viejo
que cubre tus almenas, tus bosques, tus jardines,
agua muerta que es sangre de tus torres heridas,
agua que es toda el alma de mil nieblas fundidas
que convierte a las piedras en lirios y jazmines.

Hoy, Granada, te elevas ya muerta para siempre
en túmulo de nieve y mortaja de sol,
esqueleto gigante de sultana gloriosa
devorado por bosques de laureles y rosas
ante quien vela y llora el poeta español.

Hoy, Granada, te elevas guardada por cipreses
(llamas petrificadas de tu vieja pasión).
Partió ya de tu seno el naranjal de oro,
la palmera extasiada del Africa tesoro,
solo queda la nieve del agua y su canción.

Tus torres son ya sombras. Cenizas tus granitos,
pues te destruye el tiempo. La civilización
pone sobre tu vientre sagrado su cabeza,
y ese vientre que estuvo preñado de fiereza,
hoy aún muerto se opone a la profanación.

Tú que antaño tuviste los torrentes de rosas,
tropeles de guerreros con banderas al viento,
minaretes de mármol con turbantes de sedas,
colmenas musicales entre las alamedas
y estanques como esfinges del agua al firmamento.

Tú que antaño tuviste manantiales de aroma
donde bebieron regias caravanas de gente
que te ofrendaba el ámbar a cambio de la plata,
en cuyas riberas teñidas de escarlata
las vieron con asombro los ojos del Oriente.

Tú, ciudad del ensueño y de la luna llena,
que albergaste pasiones gigantescas de amor,
hoy ya muerta, reposas sobre rojas colinas
teniendo entre las yedras añosas de tus ruinas
el acento doliente del dulce ruiseñor.

¿Qué se fue de tus muros para siempre, Granada?
Fue el perfume potente de tu raza encantada
que dejando raudales de bruma te dejó.
¿O acaso tu tristeza es tristeza nativa
y desde que naciste aún sigues pensativa
enredando tus torres al tiempo que pasó?

Hoy, ciudad melancólica del ciprés y del agua,
en tus yedras añosas se detenga mi voz.
¡Hunde tus torreones! Hunde tu Alhambra vieja
que ya marchita y rota sobre el monte se queja,
queriendo deshojarse como marmórea flor.

Invaden con la sombra maciza tus ambientes.
¡Olvidan a la raza viril que te formó!
Y hoy que el hombre profana tu sepulcral encanto,
quiero que entre tus ruinas se adormezca mi canto
como un pájaro herido por astral cazador.
Granada (Elegía Humilde)
Federico García Lorca

Fotografía: A Alhamar
Autor: Landahlauts

Nota: Granada (Elegía Humilde) fue el primer poema de Federico García Lorca que se publicó. Y lo hizo en un periódico granadino de ámbito andaluz titulado Renovación, el 25 de junio de 1919. Fue fundado por Antonio Gallego Burín y tuvo su redacción en la Plaza de Santa Ana, nº 20. (Fuente: Bulletin Hispanique, 1967 - A. Gallego Morell)

lunes, enero 24

Estoy perdido

Two Lovers

Profeta de mis fines no dudaba
del mundo que pintó mi fantasía
en los grandes desiertos invisibles.

Reconcentrado y penetrante, solo,
mudo, predestinado, esclarecido,
mi aislamiento profundo, mi hondo centro,
mi sueño errante y soledad hundida,
se dilataban por lo inexistente,
hasta que vacilé cuando la duda
oscureció por dentro mi ceguera.

Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo,
entre las dos tinieblas, definía
una ignorada juventud ardiente.
Encuéntrame en la noche. Estoy perdido.

De: La Lenta Libertad
De: Manuel Altolaguirre (1905-1959)
Poeta Andaluz, de Málaga

Fotografía: Two Lovers
Autor: Landahlauts

miércoles, noviembre 10

Te he visto

Olas

Te he visto en sueños en mi lecho,
y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada;
era como si me abrazases, y sintieses
el amor y el desvelo que yo siento;
era como si te besase los labios, la nuca,
las mejillas y lograse mi deseo.
¡Por tu amor! Si no me visitase tu imagen,
en sueños, a intervalos, no dormiría más.

Poeta andaluz, último Rey de Sevilla


Fotografía: Olas

martes, octubre 19

La flor solitaria

Solitary Flower

No vienen en tu busca, pobre flor solitaria;
-y, sin embargo, eres más bella que la rosa
pregonadora, que la mano partidaria
del destino abrió altiva, visible y victoriosa-.

Oyes, solo, en tu olvido, la verdad de la fuente,
que, cantándote amor, te vuelve sobre el cielo,
el verderón te cerca de un misterio elocuente,
la mariposa para por ti su blanco vuelo...

Y nadie sabe, flor, el encanto bendito
de tu soledad única, estasiada y divina,
cuando, a una brisa de oro, teñida de infinito,
el sol se va ocultando tras tu verde colina.


Poeta andaluz, de Moguer
Poemas agrestes (1910-1911)

Fotografía: Solitary Flower

sábado, octubre 2

El viento

El viento


No hay mayor alcahuete que el viento,
pues levanta los vestidos
y descubre las partes ocultas del cuerpo,
y ablanda la resistencia de las ramas,
haciendo que se inclinen a besar la faz de los estanques.
El Viento
Autor: Ben Said Al-Magribi (1214-1274)
Poeta andaluz, de Alcalá la Real



Fotografía: El Viento

miércoles, agosto 18

Memento

Seerosen

Cuando yo me muera,
enterradme con mi guitarra
bajo la arena.

Cuando yo me muera,
entre los naranjos
y la hierbabuena.

Cuando yo me muera,
enterradme si queréis
en una veleta.

¡Cuando yo me muera!
Memento (Caña y Soleá de Triana)
Federico García Lorca (1898-1936)
Poeta andaluz, de Granada.

Fotografía: Seerosen

martes, julio 20

Soliloquio del Farero

Faro de Punta de Calaburras


De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.

Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.

Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.

Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?

Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.

Soliloquio del Farero
Aparecido en "Invocaciones"  (1934-1935)
Luis Cernuda Bidón (1902-1963)
Poeta Andaluz, de Sevilla


domingo, mayo 30

Servidumbre

Atardecer de Primavera

Belleza de lo inútil. Si a ella sólo sirvo
sé que no serviré jamás en otra cosa.

Alberto García Ulecia (1932 - 2003)
Poeta Andaluz, de Morón

viernes, diciembre 4

Si volviera a nacer...

Y Sevilla


Si volviera a nacer te escogería,
patria mortal, Tartesia de la muerte,
que morir es vivir sin poder verte,
mi verde y blanca y siempre Andalucía.


Si volviese a morir te nacería
niña en mi pecho, oh hija de tu suerte,
y te haría trajana, altiva, fuerte,
y tu pena no disimularías.


Tierra de dioses, héroes y poetas,
alza la frente y cíñete la toga
blanca y senatorial de la alegría.


Abandona tu pena en las glorietas
de ese falso jardín donde te ahogas,
mi verde y blanca y cuándo Andalucía.


De “Con la pena cabal de la alegría”.
Autor: Rafael Montesinos (1920-2005)
Poeta andaluz, de Sevilla
Fotografía: Y Sevilla
Autor: Landahlauts

miércoles, noviembre 25

En sueños

Red Passion

En sueños tu imagen presentó a la mía, mejilla y pecho;
Recogí la rosa y mordí la manzana;
Me ofreció los rojos labios y aspiré su aliento:
Me pareció que sentía el olor a sándalo.
¡Ojalá quisiera visitarme cuando estoy despierto...!
Pero entre nosotros pende el velo de la separación:
¿Por qué la tristeza no se aparta de nosotros,
por qué no se aleja la desgracia?
Poeta y Rey de Sevilla
(Beja, 1040 - Agmat, 1095)


Fotografía: Red Pasion
Autor: Landahlauts

jueves, octubre 29

El Crimen fue en Granada...

El Crimen fue en Granada

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
Antonio Machado

El Crimen fue en Granada...

+info: Comienza la excavación de la fosa de Lorca en Granada

Autor: Landahlauts