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domingo, junio 2

グラナダ

どうも

 Era una tarde extraña: llovía y hacía frío, algo inusual durante el mes de Mayo en Granada. Yo estaba sentado en un banco de piedra en la plaza del Mirador de San Nicolás, con la Alhambra a mis espaldas. 

De pronto, llegó un taxi, de él bajó una pareja de turistas japoneses. Después de pagar al taxista, el señor guardó la cartera en el bolsillo de su plumón verde. Al sacar la mano del bolsillo, unas gafas de sol cayeron al suelo. No se percató...

Sin decir nada (mi inglés no es todo lo bueno que quisiera, y el de los turistas japoneses suele ser inexistente), fui hacia las gafas, las cogí y me acerqué con intención de dárselas: estaba de espaldas y toqué en su hombro. Se volvió, con una cara extraña: mezcla de sorpresa y temor. Cuando vio que le mostraba las gafas dio un paso atrás mientras negaba con la cabeza, ahora su cara tenía más de temor que de sorpresa... creo que pensaba se las estaba vendiendo. Comenzó a caminar hacia atrás, alejándose de mi presuroso. Así que me dirigí a la señora que iba con él. Hice lo mismo, la reacción fue casi idéntica, con una diferencia: ella reconoció las gafas como las de hombre que la acompañaba. Hablando en japonés lo llamó, cogió las gafas y... después darme varias reverencias de agradecimiento, los dejé hablando entre ellos (estoy casi seguro de que él no sabía aún lo que pasaba). A los pocos segundos fue el señor el que se acercó al banco donde me había vuelto a sentar. Me dirigió una palabras que, supongo, serían de agradecimiento.

Lo cierto es que los turistas japoneses, cuando nos visitan, vienen aleccionados sobre "lo peligrosos que somos los indígenas: ladrones dispuestos a estafarles o robarles a la mínima oportunidad".

No digo yo que, en algunos casos, eso sea totalmente falso. Pero, no siempre es así. Es lo que tienen las ideas preconcebidas y los estereotipos: que son falsos en muchas ocasiones...

martes, mayo 24

La Ladrona

"La Ladrona"


Yo a vosotros no puedo veros. Mis ojos no conocen sino esos collares de oro y perlas que caen, suspendidos en el aire. Desde el principio es lo único que he visto siempre.
Pero os oigo sí, os oigo a todos, por eso se que estáis ahí, porque oigo vuestras voces y siento, siento el tacto de vuestra mirada recorriéndome.
Oyéndoos he aprendido mucho.
He aprendido a que me llamáis La Ladrona. He entendido que estoy encadenada, y por eso esta postura en la que me encuentro y esta presión aquí, en las muñecas. Me he enterado también de que, encima de mi cabeza, llevo escrita una frase en árabe: "Mi muerte es mi castigo".


Gracia Morales (1973)
Poeta andaluza, de Motril
La voz de La Ladrona (fragmento)


Imagen: "La Ladrona
Óleo sobre lienzo