En la bajada del Puerto de las Pedrizas, cuando la luz comienza a ser otra y ya percibimos el olor a salitre del Puerto de Málaga, encontramos El Jardín de la Concepción.
El Jardín de la Concepción es más que un jardín, da la impresión de una auténtica selva tropical a tan sólo 15 minutos del centro de Málaga. Su creación se remonta a 1850. Símbolo exuberante de una brillante etapa histórica de Málaga, se gestó a partir de la fortuna que amasó Manuel Agustín Heredia (1786-1846) y fue creado, después de la muerte del empresario, por su hija Amalia. Ella y su madre compartieron la afición por la botánica, y encargaban a los patrones de sus barcos flores y plantas de América, de Asia, de África y hasta de Australia. La madre las cultivaba en la Finca de San José, que en la actualidad alberga un sanatorio psiquiátrico, y Amalia enfrente, en la Finca de La Concepción. En 1943 fue declarado jardín histórico-artístico y en 1990 fue adquirido por el Ayuntamiento. Esta tupida selva conserva auténticas joyas botánicas como la palmera reina más alta de Europa, de 27 metros, y una araucaria de 45 metros. El aire está impregnado por el aroma de magnolios, eucaliptos, algarrobos, higueras y glicinias, la planta emblemática del jardín. Lo primero que encuentra el visitante es un arroyo flanqueado por una Monstera deliciosa, más conocida como Costilla de Adán por la curiosa forma de sus hojas (los británicos, sin embargo, la llaman queso suizo por los orificios que la agujerean). Esta planta se llama deliciosa porque su fruto es comestible. Enfrente se arremolinan cañas de enhiestos bambúes, que alcanzan una altura de 12 metros. Un poco más adelante aguardan dos gigantescos ficus de enormes raíces: un Laurel de Indias y un Macrophylla de aspecto imponente. Este ejemplar es uno de los árboles más importantes del jardín. Desde la glorieta del estanque se observa toda la floresta, que desde allí parece impenetrable. Destacan las palmeras de abanico californianas, también conocidas como palmeras con enaguas porque sus palmas secas se mantienen colgando durante largo tiempo. Pero si hubiera que seleccionar una planta emblemática, ésa sería la glicinia. Originaria de China, florece de forma espectacular en primavera con un seductor color añil o azul violáceo. De tallos muy leñosos y follaje caduco, puede alcanzar grandes tamaños apoyándose en verjas, pérgolas o árboles. Éste es el caso del cenador cubierto por glicinia trepadora, que a finales de marzo y primeros de abril atrae a más visitantes que en otra temporada del año para asistir al espectáculo de “la lluvia azul”. La glicinia ha llegado a romper el hierro de la verja en la zona cercana a un pequeño estanque rodeado de Costillas de Adán, allí donde a los niños se les cuenta que está la cueva del duende del jardín. Otras joyas botánicas de esta selva malagueña son, por ejemplo, la palma real cubana, el legendario drago de Canarias, la bella jacaranda con su elegante floración morada o la denominada pata de elefante, una curiosa planta mexicana que llama la atención por su base hinchada en forma de extremidad de paquidermo. El ejemplar de La Concepción tiene 140. El buque insignia en cuanto a tamaño son las araucarias, los árboles más altos. Los troncos de esta especie, procedente de la isla de Norfolk (Oceanía), se usaban como palos mayores de los barcos. Uno de ellos alcanza los 45 metros de altura.