
Malo. Muy malo.
Así me sentía anoche cuando, animado por un malestar general, me tomé la temperatura y tenía
37’22 ºC.
Sí, ya sé que no es una fiebre excesiva pero, tened en cuenta que no recuerdo cuando fue la última vez que tuve fiebre (aunque estoy seguro que hace más de 20 años) y que, además, soy un pelín aprensivo.
Bueno, lo de “pelín” es un decir. La verdad es que soy de esos típicos tipos que con cualquier síntoma de malestar cree estar entrando en un estado preagónico. Vamos, que como me dé una jaqueca un poco más fuerte de lo normal, pienso que estoy a punto de sufrir un derrame cerebral.
A causa de esto he desarrollado una “aspirinodependencia” que me hace sentir un profunda admiración y respeto por el Sr.
Charles - Fréderic Gerhardt , que fue el que sintetizó la molécula de la aspirina (acido acetisalicílico). Tan es así que, me encanta su sabor.
Conmigo se cumplen todos esos topicazos de que “los hombres son unos blandos para las enfermedades”, que “a poco que les duela algo se quedan tirados", etc.
El caso es que, anoche, viéndome en una situación tan delicada y, considerando que quizás en el Servicio de Urgencias no me prestaran la atención que merecía, decidí acostarme temprano y he dormido ¡¡¡ocho horas!!!.
Y me he levantado como nuevo.
Ya os diré como voy evolucionando.
(El próximo parte médico será a las 12:00 hrs.
CET … a no ser que surjan complicaciones.)
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