Hoy es 4 de Diciembre. Hoy hace treinta y cuatro años que el pueblo andaluz se echó a la calle para reclamar la capacidad de autogobierno que, como Nacionalidad Histórica, le correspondía. Este 4 de Diciembre es para muchos de nosotros el Día de Andalucía. Aunque "nuestras" autoridades no lo consideren así.
domingo, diciembre 4
Manuel José García Caparrós, In Memoriam
Hoy es 4 de Diciembre. Hoy hace treinta y cuatro años que el pueblo andaluz se echó a la calle para reclamar la capacidad de autogobierno que, como Nacionalidad Histórica, le correspondía. Este 4 de Diciembre es para muchos de nosotros el Día de Andalucía. Aunque "nuestras" autoridades no lo consideren así.
viernes, diciembre 4
Andalucía, 4 de Diciembre

«Tensión en Málaga por la muerte del joven manifestante
Partidos, centrales y ciudadanos responsabilizan al presidente de la Diputación
Una fotografía de Manuel José García Caparrós, malagueño, de diecinueve (*) años, rodeada de velas y claveles rojos, sirve hoy en el pavimento de la Alameda Colón para señalar el lugar que encontró su muerte el día, en que Andalucía y Galicia se echaron a la calle para pedir su autonomía. Un millón cuatrocientas mil personas, aproximadamente, se habían dado cita en las calles de las capitales de las dos regiones para, en un ambiente de alegría y exaltación, solicitar sus estatutos. Las provocaciones de la extrema derecha no consiguieron romper el orden de las concentraciones, pero los sucesos de Málaga dieron esa nota triste.»
EL PAÍS - 06-12-1977
(*) El texto mencionaba diecinueve años, pero la edad correcta era dieciocho años
El Homenaje en la Alameda
Numerosos impactos de bala señalan el lugar exacto donde cayó muerto el joven Manuel José García Caparrós aquel domingo, junto a los muros del antiguo edificio del periódico Sur, en la Alameda de Colón, de Málaga. En ese punto, una foto de la víctima, velas encendidas y claveles rojos sirven hoy de lugar de concentración. Allí acuden numerosos malagueños para ofrecer su pésame y rendir homenaje al compañero caído por la causa de la autonomía andaluza.
La Chispa de la Provocación
Parlamentarios, partidos políticos, sindicatos y ciudadanos en general coincidieron en señalar que la tensión inicial fue encendida por la actitud del presidente de la Diputación, Francisco Cabeza López. Este se negó categóricamente a que la bandera andaluza ondeara junto a la nacional en la sede del organismo provincial.
A pesar de esta postura, que fue catalogada por las organizaciones como una auténtica provocación, la manifestación pro autonomía, con más de 150.000 personas, pasó frente a la Diputación sin mayores incidentes. El edificio, en cuyo balcón solo ondeaba la bandera nacional, estaba custodiado por efectivos antidisturbios de la Policía Armada. Junto a ellos se encontraban varios militantes de extrema derecha, conocidos en Málaga por sus acciones violentas, portando banderas nacionales.
El Estallido
Los manifestantes, al pasar, pedían la dimisión del presidente, pero la mayoría siguió su camino. Sin embargo, algunos, especialmente quienes cerraban la marcha, se quedaron junto al edificio. Un joven escaló la fachada y colocó una bandera verdiblanca junto a la enseña nacional.
Tras este acto, comenzaron los enfrentamientos. Los agentes del orden cargaron con una violencia extrema, inusual en Málaga, contra los concentrados, que respondieron arrojando piedras contra los ventanales del edificio.

La Muerte de Manuel José García Caparrós
Mientras el grueso de la manifestación continuaba su recorrido hacia el Puente de las Américas, ignorando la gravedad de los enfrentamientos en la retaguardia, el acto finalizó con discursos cargados de entusiasmo, como el del diputado socialista Rafael Ballesteros, aclamados por la multitud. La manifestación, que se había desarrollado en un clima festivo y familiar, terminó con vivas a Andalucía y a la autonomía.
La ingente muchedumbre comenzó a dispersarse ordenadamente, pero al llegar al puente de Tetuán se encontraron con una auténtica batalla de dureza inigualable. Los botes de humo y las balas de goma fueron el inicio de una escalada que pronto dio paso a las balas de plomo, sembrando el caos.
Hubo carreras, caídas y atropellos de mujeres y niños. Los manifestantes arrojaban piedras, llegando a rodear a un pelotón de policías. Este grupo de agentes, según la nota oficial del Gobierno Civil, hizo uso de sus armas reglamentarias. Fue en ese momento cuando cayó mortalmente herido Manuel José García Caparrós, trabajador de una fábrica de cervezas y militante de Comisiones Obreras. Fue recogido por compañeros y trasladado a la residencia sanitaria de la Seguridad Social, donde ingresó cadáver.
NOTA DE CONTEXTO: El autor del disparo mortal nunca fue juzgado ni condenado, manteniendo el crimen en la impunidad. Sin embargo, en el ámbito de las filtraciones de la época y las conjeturas periodísticas, se ha señalado al cabo de la Policía Armada Miguel Pastor como el presunto responsable, un nombre cuya confirmación oficial sigue pendiente de la desclasificación total de los archivos del Congreso de los Diputados.
La Versión Oficial Cuestionada
La noticia de la muerte de Manuel José se propagó rápidamente. La comisión organizadora se reunió de urgencia, y los parlamentarios acudieron al Gobierno Civil. A primeras horas de la tarde, se hizo pública una nota oficial cuya veracidad fue puesta en duda por los partidos y organizaciones sindicales.
La nota del Gobierno Civil afirmaba que "numerosos grupos de manifestantes, sobre todo al final de la manifestación, se fueron concentrando ante dicho edificio oficial, comenzando a lanzar contra su fachada objetos diversos, para terminar apedreándola con gran intensidad y produciéndose rotura de cristales y lunas". La versión continúa señalando que, al darse la orden de desalojo, se produjo una colisión donde los manifestantes atacaron a la Policía Armada con piedras, acorralando a un pelotón. Dicho pelotón, "agotados sus elementos antidisturbios se vio precisado a hacer uso de sus armas cortas". Para intervenir en las investigaciones, el subdirector general de Seguridad, José Sáinz, llegó a Málaga al día siguiente.
jueves, diciembre 4
Una ilusión

Y vuelve a sonar: Má Vlast (Mi Patria) de Bedřich Smetana.
viernes, octubre 24
Doscientas mil gracias
Estos han sido los post más vistos durante estos, casi, tres años. No son, necesariamente, los que más me han gustado a mi, ni los que yo elegiría. Son los que han elegido los lectores:
Las vacas son... sagradas. Siempre tendemos a creer que es en la India donde las vacas son sagradas. Quizás te sorprenda saber que, en Europa, las vacas también pueden parecer sagradas.
Temporada Otoño-Invierno 2007. Mostraba lo lejos que están del mensaje de Dios aquellos que se creen sus portavoces.
Aclarando conceptos. A veces, somos incapaces de ver un poco más allá o de ponernos en lugar de los otros, de los que son "distintos".
En esta casa nació... El sentido de la trascendencia... puesto en su sitio.
Manuel José García Caparrós. Uno de los episodios más tristes y oscuros de la historia cercana de Andalucía. Una injusticia que aún permanece.
Doscientas mil visitas. Y yo, más que contento, estoy agradecido. Gracias a todos por vuestra fidelidad.
Fotografía: Aljibe de San Nicolás
Autor: Landahlauts
martes, diciembre 4
4 de Diciembre
Hoy es 4 de Diciembre. Tal día como hoy, del año 1977, Andalucía entera se lanzó a la calle para hacer oír su voz y reclamar un marco legal que le proporcionara la capacidad de autogobierno que, como nacionalidad histórica, le correspondía. Y podría haber quedado así, como una fiesta multitudinaria de un pueblo pidiendo libertad. Pero... algo falló. En la Alameda de Málaga, Manuel García Caparrós caía muerto por una bala asesina y cobarde disparada, al parecer, de una pistola de la Policía Armada. Jamás se hizo justicia, jamás se buscaron, ni se hallaron culpables. Su crimen, treinta años después, sigue impune. Y la Alameda, ensangrentada. Aquel 4 de diciembre de 1977 provocó que nuestros políticos se dieran cuenta de que no se podía ningunear a Andalucía. Así, justo un año después, se firmó Pacto de Antequera, en abril de 1978 se gestó la formación del gobierno preautonómico andaluz y, el 28 de febrero de 1980, votamos el marco estatutario que nos daba un autogobierno aceptable en el marco del Estado español. ¿Qué queda de aquello hoy?
Fotografía: Palacete de la Najarra
Autor: Landahlauts
lunes, diciembre 4
Manuel José García Caparrós
De pronto, en Málaga, ocurrió la tragedia: la Policía Armada disparaba por la espalda a un joven manifestante de diecinueve años: Manuel José García Caparrós, andaluz de Málaga, caía muerto en la Alameda Colón. Su crimen, un crimen de estado, permanece aún impune.
Esta es la crónica del El País sobre aquel día.
Tensión en Málaga por la muerte del joven manifestante.
Partidos, centrales y ciudadanos responsabilizan al presidente de la Diputación.
Una fotografía de Manuel José García Caparrós, malagueño, de diecinueve años, rodeada de velas y claveles rojos, sirve hoy en el pavimento de la Alameda Colón para señalar el lugar que encontró su muerte el día, en que Andalucía y Galicia se echaron a la calle para pedir su autonomía. Un millón cuatrocientas mil personas, aproximadamente, se habían dado cita en las calles de las capitales de las dos regiones para, en un ambiente de alegría y exaltación, solicitar sus estatutos. Las provocaciones de la extrema derecha no consiguieron romper el orden de las concentraciones, pero los sucesos de Málaga dieron esa nota triste.
Numerosos impactos de bala señalan el lugar donde cayó muerto el domingo el joven Manuel José García Caparrós, junto a los muros del antiguo edificio del periódico Sur, situado en la Alameda de Colón, de Málaga. En el lugar exacto, una foto del muchacho asesinado, unas velas encendidas y unos claveles rojos sirven de punto de concentración de muchos malagueños que acuden al lugar para testimoniar su pésame a los compañeros de la víctima de la autonomía andaluza.

Parlamentarios, partidos políticos, centrales sindicales y ciudadanos en general, coinciden en señalar que la chispa que encendió todo fue la actitud tomada por el presidente de la Diputación, Francisco Cabeza López, que se negó a que la bandera andaluza ondease junto a la nacional en la sede del organismo provincial. A pesar de esta actitud, que se cataloga en los comunicados de los partidos y de las centrales como una auténtica provocación, la manifestación pro autonomía, con más de 150.000 personas, pasó junto a la Diputación sin mayores incidentes. El edificio, en cuyo balcón ondeaba sólo la bandera nacional, estaba custodiado por efectivos antidisturbios de la Policía Armada. Junto a ellos, con banderas nacionales, se encontraban varios militantes de extrema derecha, conocidos en Málaga por sus acciones violentas. Los manifestantes, al pasar, pedían la dimisión del presidente y, en general, seguían su camino. Algunos, especialmente de los que venían al final de la marcha, se quedaron junto al edificio de la Diputación. Un joven escaló la fachada y colocó una bandera verdiblanca junto a la nacional. Después empezaron los enfrentamientos. Los agentes del orden cargaron contra los concentrados, que arrojaron piedras contra los ventanales del edificio. Las cargas de la Policía Armada fueron de una violencia extrema, como no se recordaba en Málaga.
Mientras tanto, el grueso de la manifestación continuaba su recorrido, sin saber que a su retaguardia se estaban produciendo enfrentamientos de gravedad.
El punto final de la manifestación era la zona del Puente de las Américas. Allí, desde un paso elevado, los parlamentarios malagueños y los organizadores pusieron fin al acto con unas palabras encendidas de entusiasmo del diputado socialista Rafael Ballesteros, aclamados incesantemente por los manifestantes. La manifestación, que se había desarrollado en un clima festivo y a la que la presencia de mujeres y niños confería un carácter auténticamente ciudadano, terminó con vivas a Andalucía, al pueblo andaluz y a la autonomía.
La ingente muchedumbre empezó a dispersarse con todo orden, haciendo el camino de vuelta hacia el centro de la ciudad, pero al llegar al puente de Tetuán se encontró con que allí se estaba librando una auténtica batalla, de una dureza inigualable. Los botes de humo y las balas de goma en un principio, más tarde aparecerían las de plomo, sembraron la confusión. Abundaron las carreras, los atropellos, las caídas al suelo de mujeres y niños.. Los manifestantes arrojaban piedras contra los policías, a un pelotón de los cuales rodeó. Este grupo de agentes, según la nota oficial del gobernador civil, hizo uso de sus armas reglamentarias y fue entonces cuando cayó sobre el pavimento, herido mortalmente, el joven de diecinueve años Manuel José García Caparrós, trabajador de una fábrica de cervezas y militante de Comisiones Obreras, que fue recogido por vanos compañeros y conducido a la residencia sanitaria de la Seguridad Social, donde ingresó cadáver.
La noticia de la muerte de Manuel José se esparció rápidamente por toda la ciudad. La comisión organizadora celebró una reunión de urgencia, mientras que los parlamentarios se dirigieron al Gobierno Civil. A primeras horas de la tarde se hizo pública una nota oficial del Gobierno Civil, cuya veracidad es puesta en duda por los diversos partidos y organizaciones, sindicales.
La nota del Gobierno Civil afirmaba: «Numerosos grupos de manifestantes, sobre todo al final de la manifestación, se fueron concentrando ante dicho edificio oficial, comenzando a lanzar contra su fachada objetos diversos, para terminar apedreándola con gran intensidad y produciéndose rotura de cristales y lunas. En tal momento se dio orden de despejar el gran número de concentrados ante dicho edificio, lo que se efectuó seguidamente por las fuerzas de orden público. En el punto indicado se produjo la colisión de los manifestantes con las fuerzas de la Policía Armada, que fueron atacadas con piedras, de las que quedó literalmente sembrada la calzada. Un pelotón de las fuerzas de orden público fue acorralado, y agotados sus elementos antidisturbios se vio precisado a hacer uso de sus armas cortas. Para intervenir en las investigaciones que se llevan a cabo para esclarecer los incidentes, llegó ayer a Málaga el subdirector general de Seguridad, José Sáinz.»
Nada se aclaró de aquella muerte. Sólo que un andaluz perdió la vida, víctima de un crimen de estado. De un estado que trató de silenciar su voz, la de tantos andaluces, la de Andalucía entera...
