«El primer ministro de España, José Luis Rodríguez Zapatero, viajará este miércoles a EEUU invitado por el presidente Barack Obama para participar mañana en el 58 Desayuno de Oración Nacional en Washington, informó la oficina de prensa del primer ministro.»
Agencia: RIA Novosti
Despúes de la conversión de Pablo de Tarso, ninguna dará tanto que hablar en el Universo Cristiano como la conversión de José Luis de Valladolid. Habrá quien dude de su sinceridad: pensarán que es sólo un paripé de José Luís para percibir de cerca la presencia corpórea de Barack Obama. Otros lo acusarán, maliciosamente, de buscar la inspiración del Espíritu Santo y la Ayuda Divina para poder retirar al Estado español del grupo de países "apestados" de la Unión Europea (Portugal, Grecia y España) y volver así a codearse de tú a tú con Sarkozy y Merkel..
No hay porqué dudar de la sinceridad en la conversión de José Luís, ni de la pureza de su fe. Hay que respetarla. Y si, verdaderamente, Barack Hussein Obama ha tenido algo que ver en que José Luís encuentre el recto camino de Dios... ¡¡aleluya!!, debe de ser un motivo de gozo para todos nosotros.
Yo, humíldemente, pido desde aquí que Barack Obama sea elevado a los altares de la Iglesia Católica. Como un indicio más de la santidad en Barack Obama (además de su infinita y reconocida bondad) podría añadirse este: la conversión de José Luís.
Yo, humíldemente, pido desde aquí que Barack Obama sea elevado a los altares de la Iglesia Católica. Como un indicio más de la santidad en Barack Obama (además de su infinita y reconocida bondad) podría añadirse este: la conversión de José Luís.
Encomendémonos todos a San Barack Obama, queridos hermanos y queridas hermanas, dando gracias al Señor por la conversión del Beato José Luís.
« Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?"
El respondió: "¿Quién eres, Señor?" Y él: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer."
Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie.
Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco.»