Domingo por la mañana en el granadino barrio del Sacromonte, hace un par de semanas. Por allí iba yo, cámara en ristre. Cuando la vi, si os soy sincero, pensé en hacer
lo que hago siempre. Pero, al verme... se me adelantó y pidió que le hiciera una foto. Arregló coquetamente su pelo y posó para mi. Aquí la tenéis.
Sencilla, agradable.... un cielo de señora. Ocupaba la mañana de domingo en barrer la puerta de su casa.
Hace años, en los barrios más tradicionales de mi ciudad, la gente hacía vida en la calle, especialmente en verano. Cada cual barría los aledaños de su casa por las mañanas y regaba al atardecer. Las puertas de las casas nunca se cerraban, para que corriera el aire. Y por la noche sacaban las sillas y se sentaban a tomar el fresco mientras charlaban con la familia o con los vecinos.
Ahora, en la mayoría de esos barrios, si te cruzas con un vecino por la calle, bajas la vista para no saludarlo. Y si abres la puerta... es para que salga el perro y cague donde le plazca.
Es que hemos progresado mucho... y, además ahora, somos europeos.