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viernes, enero 28

Sísifo, el Portaaviones Dédalo y la Torre Eiffel

R., mi primo del pueblo, hizo la mili en la Armada. Estaba muy ilusionado cuando supo que su destino sería el portaaviones Dédalo (R-01). Y es que ese era, por aquel entonces, el buque insignia de la Armada Española. Claro que también era un viejo barco, botado en 1943 por la Marina de los Estados Unidos , que había estado en la Segunda Guerra Mundial, y que nuestros aliados había "repasado de chapa y pintura" para venderlo de segunda mano, como prueba de amistad al regimen del Caudilloporlagraciadedios.

Lo cierto es que la vida a bordo no fue tan interesante como R. previó: le asignaron a un grupo de marineros dedicado a las importantísimas labores de mantenimiento del buque insignia. O, dicho de otro modo, le dieron una brocha y un bote de pintura y lo pusieron a pintar el portaaviones: cuando concluía de pintarlo por popa, había que empezar de nuevo por la proa. Así, una y otra vez, hasta que acabó el servicio militar.

R. acabó hasta las narices del Dédalo, del "Titanlux gris naval español" y de la Armada Española. Claro que, cobraba al mes 680 pesetas (poco más de cuatro euros).

Lo cierto es que recordé a mi primo R. cuando vi a este hombre:

Le peintre de la Tour Eiffel

Este hombre, que tan sonriente posó cuando descubrió mi intención de robarle el alma, es una de las personas encargadas de pintar la Torre Eiffel. La Torre Eiffel requiere para ser pintada unas setenta toneladas de pintura y, siendo como es metálica... para cuando has acabado la tarea por un lado casi hay que empezar por otro.

Torre Eiffel

Claro que eso a final de mes no debe de importarle demasiado ya que... incluso, se permite posar con cara sonriente (¡¡un parisiense sonriendo!!) cuando descubre que alguien le va a hacer una foto a hurtadillas.

No hay trabajo tedioso si está bien pagado...

Música Recomendada: I got you babe - Sony & Cher

Fotografía -2-: Torre Eiffel

martes, septiembre 22

Notas Parisinas I

Ya de vuelta. ¿Qué podría contar? ¿Por dónde empezar?... no sé. Estas semanas atrás, cuando le comentaba a algún conocido que me iba a París, el comentario más habitual era: "te va a gustar".


Tour Eiffel


Y así ha sido: a pesar de sus miles de turistas, a pesar del carácter de los parisinos, a pesar de sus callejones con olor a orín, a pesar de sus colas para entrar a cualquier sitio, a pesar de aquella cajera inútil de la Galeries Lafayette,... París me ha enamorado.

Sus terrazas siempre repletas de gente, sus bocas de metro, la visión del Sacré Cœur o de la Torre Eiffel desde algún callejón, sus tiendas de flores, sus bicicletas, sus atardeceres, su ambiente nocturno, sus parisinas vestidas de Louis Vuitton, su río... todo eso y mucho más han conseguido que vuelva encantado. 

No, en realidad, París no sólo me ha gustado. París me ha enamorado.