Ya de vuelta. ¿Qué podría contar? ¿Por dónde empezar?... no sé. Estas semanas atrás, cuando le comentaba a algún conocido que me iba a París, el comentario más habitual era: "te va a gustar".
Y así ha sido: a pesar de sus miles de turistas, a pesar del carácter de los parisinos, a pesar de sus callejones con olor a orín, a pesar de sus colas para entrar a cualquier sitio, a pesar de aquella cajera inútil de la Galeries Lafayette,... París me ha enamorado.
Sus terrazas siempre repletas de gente, sus bocas de metro, la visión del Sacré Cœur o de la Torre Eiffel desde algún callejón, sus tiendas de flores, sus bicicletas, sus atardeceres, su ambiente nocturno, sus parisinas vestidas de Louis Vuitton, su río... todo eso y mucho más han conseguido que vuelva encantado.
No, en realidad, París no sólo me ha gustado. París me ha enamorado.