Pregunta: "¿Qué nana le cantaban cuando era niño?"
Respuesta: "Mis recuerdos más intensos de esos momentos que preceden al sueño no son tanto de la niñez como de la adolescencia. Empecé a leer muy joven, apasionado por Tintín, que me acompañó durante muchos años."
Respuesta: "Mis recuerdos más intensos de esos momentos que preceden al sueño no son tanto de la niñez como de la adolescencia. Empecé a leer muy joven, apasionado por Tintín, que me acompañó durante muchos años."
Cuentan las crónicas que en el S.XIII el rey Alfonso VIII de Castilla se disponía a invadir la ciudad andaluza de Úbeda (en la comarca de La Loma). Para ello situó, en cada una de las pequeñas lomas que rodean la ciudad, a un caudillo con mando sobre un grupo de soldados.
Mientras esperaban la orden de atacar, uno de aquellos caudillos, llamado Álvar Fáñez (el Mozo), vio a una ubetense bañándose en el río. Dicen que al acercarse esta lo descubrió y que, cuando se vieron, fue un flechazo mutuo. Durante los días siguientes, Álvar se despistaba con su enamorada siempre que tenía oportunidad, descuidando sus responsabilidades castrenses. Tan es así que, cuando el rey dio orden de ataque, Álvar Fáñez no estaba en su puesto. Una vez conquistada la ciudad, el rey cristiano lo mandó llamar para pedirle explicaciones. Nadie pudo encontrarle, ni se sabía donde estaba. Tardó varios días en aparecer. Al ser recibido por el rey, este le preguntó por su paradero en los días anteriores. Álvar contestó que se había perdido "...por esos cerros, Señor" (los cerros de Úbeda tienen tan poca entidad, que difícilmente se podría perder alguien en ellos).
Mientras esperaban la orden de atacar, uno de aquellos caudillos, llamado Álvar Fáñez (el Mozo), vio a una ubetense bañándose en el río. Dicen que al acercarse esta lo descubrió y que, cuando se vieron, fue un flechazo mutuo. Durante los días siguientes, Álvar se despistaba con su enamorada siempre que tenía oportunidad, descuidando sus responsabilidades castrenses. Tan es así que, cuando el rey dio orden de ataque, Álvar Fáñez no estaba en su puesto. Una vez conquistada la ciudad, el rey cristiano lo mandó llamar para pedirle explicaciones. Nadie pudo encontrarle, ni se sabía donde estaba. Tardó varios días en aparecer. Al ser recibido por el rey, este le preguntó por su paradero en los días anteriores. Álvar contestó que se había perdido "...por esos cerros, Señor" (los cerros de Úbeda tienen tan poca entidad, que difícilmente se podría perder alguien en ellos).
Os contaría que Alfoso VIII y sus secuaces, arrasaron y saquearon la ciudad sin piedad(quizás para desahogar el enfado con Álvar). Pero no lo haré... así nadie podrá decir que me he ido por los cerros de Úbeda...
Fotografía: Springtime Landscape
Autor: Landahlauts





