Además de la función conocida de «Panem et circenses» que ejerce el Mundial de Fútbol de Suráfrica (relegando a un segundo plano algún que otro "problemilla" que quizás merecería más atención), hay otros motivos por los que, en España, se tiene que estar muy agradecidos a esta competición ¿deportiva?.
Hasta hace unos meses, en mi ciudad, la exhibición pública de la bandera de España estaba restringida a unos ámbitos muy concretos: los edificios de la administración pública (ya fuera estatal, autonómica o local) , las sedes del PP y... los bazares propiedad de ciudadanos chinos.
A muchos de ustedes, queridos y queridas míos, les parecerá una memez incomprensible lo que voy a contar. Y seguramente influya en ello el que su edad sea inferior a treinta años. Pero, para muchos de los habitantes del Estado español, en especial los que (en mayor o menor medida) sufrieron el franquismo, "la estanquera", la bandera de España (con águila o sin águila) tiene una connotación negativa que provoca algo más que ciertas reticencias. Esa bandera está asociada, inevitablemente, a cuarenta años de fascismo y a su legado. Habrá a quien esto le parezca una soberana gilipollez. Lo cierto es que no trato de convencer y tampoco busco que nadie me de la razón. Hablo de un sentimiento.
Y eso, esa asociación de ideas "fascismo-bandera de España", el fútbol ha conseguido que en mucha gente se diluya o, simplemente, no se produzca.
Y ahora nos hemos dado cuenta de porqué los chinos tenían los bazares llenos de banderas de España: ellos habían hecho estudios sociológicos a los habitantes del Estado español y sabían que esto sucedería. Durante este Mundial de Fútbol numerosas personas han exhibido la bandera de España en sus balcones o en sus negocios. Los chinos, buenos comerciantes donde los haya, estaban preparándose para esto.
Incluso algunos, los más osados, han aprovechado la oportunidad para quitarle la naftalina a su antigua banderita (Bandera de España Versión 1.0) y la exhiben sin pudor y sin que ninguna "Ley de la Memoria Histórica" de las narices, lo considere apología del fascismo.
Ahí tenéis al último facha del pueblo... ventilando su pajarito.
Y a los chinos, haciéndose ricos a fuerza de vender banderas... ¡Ellos han ganado el Mundial!