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martes, enero 28

Johnillo y el Palacio del Cine

Multicines Centro 

 El 25 de febrero del año pasado cerró definitivamente sus puertas la sala Multicines Centro de Granada, aquella sala de proyección que nació llamándose Palacio de Cine en el año 1961. Ver cerrar un negocio es, en estos tiempos de crisis, algo tristemente habitual... pero es aún triste cuando cierra un un cine porque queda un regusto amargo por los buenos ratos que muchos hemos pasado en él. Sin embargo, hoy no vengo a contaros sobre un negocio que cierra y unas personas que se quedan (lamentablemente) sin trabajo.

. Recorte de prensa inauguración Palacio del Cine 

Hoy mi entrada pretende ser un homenaje a una vida que estuvo, laboralmente, muy ligada a esa sala. Y estuvo muy vinculada porque, aunque la vida laboral de José Antonio Caballero Solier ha finalizado en otros lares cinematográficos de Granada (en el Teatro Isabel la Católica, concretamente) coincidió en sus inicios con la apertura de la que fue, en su momento, la mejor sala de proyección de todo el Estado: el Palacio del Cine. Y, casualidades de la vida, ambos han cesado simultáneamente en su actividad relacionada con el mundo del cine: la sala por la crisis y José Antonio Caballero por jubilación.

Interior del Palacio del Cine, 1800 butacas.

José Antonio Caballero Solier fue, ha sido durante muchos años, Operador de Cinematógrafo, según reza en un antiguo carnet que muestra lleno de satisfacción. Y haber llegado hasta ahí no fue algo por generación espontánea, no. Su padre fue técnico de cine; su tío, operador técnico y su padrino de bautismo jefe de cabina. Por eso, con 5 o 6 añillos entraba a la cabina del Teatro Cervantes a ver al padrino, acompañando a su padre, como si estuviera en casa. Su padre se llamaba Juan, pero en el mundo de las salas de cine de Granada lo conocía con un nombre con reminiscencias cinematográficas: Johnny. Así que aquel chavalillo que lo acompañaba pronto tuvo su apodo también, relacionado con el cine... y con su padre. Al renacuajo lo comenzaron a llamar Johnillo.

José Antonio Caballero Solier

Con doce años Johnillo dio por finalizados sus estudios en el colegio, hasta donde era obligatorio en aquel tiempo. Las opciones que se podían plantear sobre el futuro de aquel niño eran claras: o continuaba en el instituto o comenzaba a trabajar. Juan, su padre, pensó que era demasiado pronto para comenzar a trabajar (incluso para aquellos tiempos). Así que, aprovechando que a José Antonio le gustaba pintar (y le gusta aún), se matriculó en la Escuela de Arte y Oficios de Granada. Su maestro fue Rafael Revelles y con él estuvo año y medio.

Sin embargo aquel chaval pensó que lo de la pintura estaba bien pero, que no tenía mucho futuro profesional. Así que su padre habló con alguien de la empresa OEMSA (Organización Española Mercantil, Sociedad Anónima), una empresa del mundo del espectáculo muy importante en aquel tiempo. Explotaba muchas salas de cine en Granada: el Cine Regio, el Teatro Isabel la Católica , el Cine Capitol, el cine Albaicín, el Cine Victoria de La Chana, el Chiqui Cinema en el barrio de los Pajaritos, Cine Encarna de Maracena y el Teatro Ideal de Baza... incluso adquirieron en 1961 el Palacio del Cine. Una empresa como OEMSA al poseer tantas salas en Granada, tenía mucho movimiento de personal (bajas, vacaciones...). Y ahí encajó Johnillo, como aprendiz, lo que se conocía como “ayudante meritorio”. ¿Qué quería decir aquello? Entraba de aprendiz, pero sin cobrar.

Y estuvo así un año prácticamente. Pero surgió un problema: los inspectores de policía (supervisores de la censura por aquel tiempo) le prohibieron seguir trabajando. Argumentaban para esa prohibición lo incongruente que era que un niño de 14 años proyectara cine para mayores de 16 años. ¿Qué hacer? José Antonio y su padre recurrieron a la Delegación del Trabajo, para solicitar un permiso especial que se llamaban “tríptico” y que le concedía una licencia de proyección extraordinaria. Aquel documento, tenía que ser supervisado, por una parte, por el Sindicato del Espectáculo, otra parte la Delegación de Trabajo y otra parte la rellenaba la Falange. Y claro, quid pro quo, se tuvo que hacer miembro de Falange para que "el sindicato" diera su visto bueno. Una vez tuvo aquel documento en su poder, pudo seguir trabajando de “meritorio” en el Cine Capitol, en la Calle Recogidas, donde su tío era el Jefe de Cabina.

José Antonio Caballero Solier

Y se comenzó a construir el Palacio del Cine, un cine innovador, con lo último en tecnología: el sistema Todd-AO con películas de 70 mm, un sistema de sonido puntero para la época y una pantalla de 240 metros cuadrados.
Un día, José Antonio y su padre llegaron para ver aquella maravilla, semanas antes de la inauguración y el jefe de cabina, Federico Perez Hita, le dijo a su padre: “Juan, ¿no quieres colocar a tu hijo aquí?” Y es que, el ayudante que tenían para la apertura, se había despedido.
Así fue como entró José Antonio Caballero de ayudante de cabina en el Palacio del Cine, en el año 1961. Años después, en el 1966, obtuvo el carnet de operador cinematográfico. Con ese documento estaba legalmente autorizado para proyectar cine en cualquier cabina. Sin ese carnet no podía proyectar, sólo podía ser ayudante, acompañando a un operador. Con aquel título, la empresa OEMSA lo tuvo de “correturnos” por todos sus cines en la ciudad: cuando alguien estaba de baja o de vacaciones, allí iba él. Como cada cine tenía dos operadores en cada cabina (uno por máquina), era habitual que en un lado u otro hiciera falta suplir a alguien. Poco después comenzaron a producirse bajas por edad o enfermedad: Carlos Planchuelo que era el jefe de cabina del Regio cumplió lo 65 años y se jubiló, Alfonso Zenni que era el jefe de cabina del Teatro Isabel la Católica murió de un infarto... Además empezaron a cerrar cines, porque vino la crisis de los años setenta (la popularización de la televisión). Por eso, a pesar de que él era el más joven de la empresa, el que tenía más probabilidades de ser despedido en caso de sobrar personal pues, acabó siendo necesario ante la avalancha de bajas y de jubilaciones. Así que la empresa me mandó al Teatro Isabel la Católica y, por delante incluso de otros operadores con más años de experiencia. El Teatro Isabel la Católica era un cine de mucho prestigio en Granada. Con el tiempo, el Teatro pasó a ser propiedad municipal, y José Antonio siguió en él.

Y desde entonces, José Antonio Caballero ha trabajado en el Teatro Isabel la Católica, en su cabina, con sus películas, como siempre ha sabido hacer derrochando profesionalidad.

José Antonio Caballero Solier

Hasta el año pasado en que, casi coincidiendo en fechas con el cierre del antiguo Palacio del Cine, José Antonio se jubiló. Y se marchó arropado y homenajeado por el cariño de sus compañeros, mientras en el escenario sonaba Rodgers and Hammerstein y Kander and Ebb.

Desde entonces, José Antonio ha vuelto poco por el Teatro, ni siquiera de visita. Y es que, debe de doler abandonar un lugar al que te sientes tan vinculado, durante tantos años.


lunes, septiembre 24

Granada, referente cultural

Corría el lejano año de 1995 cuando, desde el Ayuntamiento, se planteó la posibilidad de que Granada optara a la Capitalidad Europea de la Cultura. Aquello, desgraciadamente, quedó en nada. Sin embargo, nuestros gobernantes no desesperaron ni dejaron de tener en mente el objetivo de que Granada optara a la Capitalidad a medio o largo plazo. Y lo hacen, del mejor modo posible, trayendo a Granada apuestas culturales de calidad, relevantes, que sitúen a Granada en la élite de la vida cultural europea. Así y sólo así podrá destacar nuestra ciudad, ser un referente cultural y optar de modo serio para ser elegida Capital Europea de la Cultura.

Y lo podemos ver, por ejemplo, en la programación cultural organizada por el Ayuntamiento de Granada. Veamos la programación... día 27 de Septiembre, Teatro Municipal Isabel la Católica:


Cultura en Granada
Cultura de Granada

Un concierto de la Unidad de Música y la Banda de Guerra de la Brigada de la Legión. Un centenar de legionarios tomarán el escenario del que debería de ser uno de los Santos Lugares de la Cultura en nuestra ciudad: el Teatro Municipal Isabel la Católica. Desde allí desgranarán, a peludo pecho descubierto, lo mejor de su repertorio: "El Sitio de Zaragoza", "A la derecha va el Tercio"... y cómo no, finalizarán con el emocionante "Novio de la Muerte" (¡ojo aquí!, que si los asistentes aplauden entusiasmados este podría ser el bis).

Yo, qué quieren que les diga, respeto a los partidarios de este tipo de sonidos. Hay gustos como colores, y todos deberían de ser respetados. Pero considero totalmente inadecuado el emplazamiento proporcionado por el Ayuntamiento de Granada para el evento. Sería, con la debida distancia y si me permiten la comparación, como si se cediera a la Legión el Teatro Real de Madrid o el Gran Teatre del Liceu en Barcelona (ya, lo nuestro es más pequeñito y más feo). Pero, como que no, ¿verdad?

Pues, no queda ahí asunto, no crean.

En fechas recientes, el Teatro Isabel la Católica acogió una gala benéfica realizada por la ONG "Calor y Café". Se trataba del IV Festival Flamencos por África y en ella actuaron, de modo desinteresado, artistas de renombre como Antonio Campos, Juan Pinilla, Curro Albayzín, Luis Mariano, Alfredo Mera y Francisco Manuel Diez. La recaudación del evento se destinaba íntegramente a los proyectos de desarrollo que la citada asociación (declarada "de Utilidad Pública") tiene en áreas desfavorecidas del continente africano. Bueno, todo, todo, no... tuvieron que gastar 550 euros en concepto de tasa (reducida) por el uso de un bien municipal (el Teatro Isabel la Católica). Seamos realistas, no es dinero. Y, seguramente, esos 550 euros ni siquiera se cubren los gastos que suponen la cesión, uso y disfrute de un lugar así.

Bien, nada que decir si así se decidió por parte de los gestores públicos del teatro, y teniendo en cuenta  la "difícil circunstancia económica" que atraviesa nuestro Consistorio. El que use el Teatro debe de pagar (como mínimo, que era lo que correspondía en este caso) 550 euros. 

Pero ¿saben cuánto van a pagar la Unidad de Música y la Banda de Guerra de la Brigada de la Legión por poder subir a sus cien bravos legionarios cantarines al escenario cobrando a 10 euros por entrada? Ni un céntimo.

Granada, Capital Cultural Perenne de Europa. ¡¡YA!!

Fuente: IDEAL.es

miércoles, febrero 10

El Palacio del Cine de Granada

Interior del Palacio del Cine, 1800 butacas.

El 21 de Diciembre de 1961 se inauguró en Granada el Palacio del Cine, en la Calle Solarillo de Gracia, junto a la Placeta de Gracia. Contaba con capacidad para 1.800 localidades, siendo considerado en aquel  momento una sala puntera a nivel de todo el Estado español, por los innovadores sistemas de proyección y sonido.

Sala de Proyecciones

Así por ejemplo, los proyectores cinematográficos eran los más modernos de aquel momento: de la marca FH, con tecnología alemana y capaces de proyectar películas de formato 70 y 35 mm.

Pantalla del  Palacio del Cine (Granada, Andalucía)

La sala de proyección se adaptó al innovador sistema TODD-AO, creado por la productora 20th CENTURY FOX, y que requería una gran pantalla de forma cóncava de 22 metros de larga por 12 metros de alta (fijándose en las personas que hay junto a la pantalla se puede imaginar sus proporciones).

En cuanto al sonido, se instaló el mejor sistema de sonido estereofónico de la época, el llamado ORTOSONIDO, dotado de 6 pistas magnéticas que alimentaban a 6 canales de sonido distribuidos por la sala. Gracias a contar con toda esta tecnología, en esta sala se estrenaron películas y musicales de primer nivel y rodadas con el sistema TODD-AO, como Ben-Hur, Espartaco, Cleopatra, El Álamo, South Pacific, Oklahmoa, El Cid, West Side Story, Sonrisas y Lágrimas...

Recorte de prensa inauguración Palacio del Cine

Detrás del Palacio del Cine estaba Placido Toro Galán. El Sr. Toro fue un empresario cinematográfico granadino, aficionado y entusiasta del séptimo arte, a la vez que fotógrafo, pintor y dibujante. Ejerció su actividad como empresario cinematográfico durante los años cincuenta y sesenta.

Boceto de la fachada del Palacio del Cine (Granada, Andalucía)

Como muestra de su caracter creativo y emprendedor, en  la imagen anterior se puede ver un boceto reallizado por él mismo. Era una de las ideas que aportó al arquitecto del Palacio del Cine,  Juan de Dios Wilhelmi Castro, para la construcción de la sala.

Cinema Colón (Granada)

Placido Toro también explotó, durante bastantes años, el Cinema Colón: una terraza de verano ubicada en la granadina calle Castañeda (esquina a calle Concepción)

Patente de PLATOGA

Asímismo, inventó y patentó el actual sistema de envasar las películas de celuloide para su transporte, llamado "PLATOGA", un sistema que adoptaron todas las productoras del mundo para envasar y transportar las cintas de cine 35 mm.

Multicines Centro

Con el paso del tiempo, se acabo la época dorada de las salas de cine. Y el Palacio del Cine fue uno de los damnificados: se demolió en el año 1982 (aunque se respetaron sus fachadas por gozar de una protección urbanística especial). En su interior se construyó un multicine (los actuales Multicines Centro), una discoteca y varios locales comerciales.
Durante la duración del Festival de Cine Clásico RETROBACK 2010 podremos contemplar en Granada la exposición "En Homenaje a Plácido Toro Galán, el Palacio del Cine y el TODD-AO". Esta exposición, organizada por José Antonio Caballero Solier y Felipe Calera, se podrá ver en el hall principal del Teatro Municipal Isabel la Católica (durante las horas de proyección).

Créditos y agradecimientos: todas las fotografías y bocetos que podéis ver son propiedad de los herederos del Sr. Toro Galán (excepto la fotografía más reciente de Multicines Centro). Quiero agradecer a José Antonio Caballero Solier y a Efter por su ayuda e información a la hora de realizar esta entrada.

domingo, mayo 21

La magia del teatro

Para mi el teatro es magia. Nada hay como el teatro, ni el cine ni la televión. En el teatro puedes sentir la respiración de los actores y sus nervios. Intentas no hacer ruido para no molestarlos y ellos, en compensación actúan para ti, y para los que te rodéan. Ellos notan si gusta lo que están haciendo, saben como ha ido la representación sin tener que ver estúpidos informes de audiencia al día siguiente. Instantes antes de que comience la magia, llegas a tu butaca y haces tiempo mientras entran el resto de los espectadores. Coges el programa y empiezas a leer, es como un ritual, un aperitivo. Te abre el apetito de lo que vendrá a continuación. Los avisos por megafonía continúan: la fanfarria y el "queda 1 minuto para comenzar la función". La gente se impacienta, entran los últimos rezagados. Último aviso: "Señoras, señores, la función va a comenzar. Les recordamos que deben desconectar ...". Te acomodas. Tienes gente a tu lado a la que, muy probablemente, no llegarás a verle la cara. Aunque tengas su risa, su pena o su miedo durante una hora y media a sólo medio metro de ti. De pronto, se cierran las puertas, la luz se va atenuando. Se hace el silencio y la oscuridad. Pasan unos instantes, nada se oye. Suena una música, se ilumina el telón... y sube. Comienza el espectáculo. Landahlauts y el mundo de la farándula.