Para mi el teatro es magia. Nada hay como el teatro, ni el cine ni la televión. En el teatro puedes sentir la respiración de los actores y sus nervios. Intentas no hacer ruido para no molestarlos y ellos, en compensación actúan para ti, y para los que te rodéan. Ellos notan si gusta lo que están haciendo, saben como ha ido la representación sin tener que ver estúpidos informes de audiencia al día siguiente. Instantes antes de que comience la magia, llegas a tu butaca y haces tiempo mientras entran el resto de los espectadores. Coges el programa y empiezas a leer, es como un ritual, un aperitivo. Te abre el apetito de lo que vendrá a continuación. Los avisos por megafonía continúan: la fanfarria y el "queda 1 minuto para comenzar la función". La gente se impacienta, entran los últimos rezagados. Último aviso: "Señoras, señores, la función va a comenzar. Les recordamos que deben desconectar ...". Te acomodas. Tienes gente a tu lado a la que, muy probablemente, no llegarás a verle la cara. Aunque tengas su risa, su pena o su miedo durante una hora y media a sólo medio metro de ti. De pronto, se cierran las puertas, la luz se va atenuando. Se hace el silencio y la oscuridad. Pasan unos instantes, nada se oye. Suena una música, se ilumina el telón... y sube. Comienza el espectáculo. Landahlauts y el mundo de la farándula.
1 comentario:
Tu ere mu intelectuá, yo prefiero ir al Don José.
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