"Cuando conocí la luz
me enamoré de la sierra..."
Aquel lejano 7 de agosto de 1993 no fue un día normal en el
Parque Natural de la Sierra de Huétor. Aquella mañana, en la sierra, comenzó un incendio que tardó más de tres días en ser extinguido por completo. Recuerdo que el humo se veía desde la ciudad de Granada. La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía jamás dió una cifra exacta pero, según las distintas estimaciones, en esos días ardieron entre seis mil a ocho mil hectareas, principalmente de bosque de pinos. Eso es, para hacerse una idea,
más de la mitad de la extensión del parque. El territorio quemado formaba parte de los términos municipales de cinco pueblos y de dos comarcas: término municipal de Beas, Huétor Santillán, Diezma, La Peza y Quéntar y Comarca de la Vega y la Comarca de Guadix.
El fuego fue provocado. El motivo era vox populi: algunos retenes de lucha contra el fuego de los pueblos cercanos vieron peligrar sus continuidad laboral y trataron de "convencer" a la Consejería de Medio Ambiente de lo necesaria que era su labor. La ignorancia y la escasez de trabajo se aliaron con el calor , con el viento y con un bosque que podría haber estado mucho mejor cuidado. Repito, entre seis y ocho mil hectareas: la mitad del Parque.
Nadie fue detenido por aquello. Nadie fue procesado. Los andaluces pagamos su extinción y nos quedamos sin más de medio parque.
Mi país tiene una memoria selectiva. Se interesa enormemente por el Real Madrid, por el Barça, por la Selección Española, por la feria, por la Virgen del Rocío, por Fernando Alonso y por el precio de la caña de Cruzcampo.
Pero, seamos realistas, el medio ambiente le importa un carajo.
Nuestra Consejería de Medio Ambiente esta a la altura de los ciudadanos: hicieron numerosos estudios carísimos para la regeneración, modificaron el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, recogieron los árboles muertos y los vendieron. ¡Ah! también, siendo como somos un país tan moderno, usamos avionetas para "bombardear" con semillas de arbustos los campos afectados para "evitar la desertización".
Diecisete años después, esta es la imagen que se puede ver desde el Cerro de Buenavista, un lugar que quedó en el límite del territorio quemado:
...montes pelados, uno detrás de otro. Un paisaje desértico y terrorífico donde si crece algún arbusto ha sido más gracias a la divina providencia que a la labor de la Consejería de Medio Ambiente.
Esto, en realidad, aquí... no le importa a nadie: ni a la Consejería, ni a los ciudadanos... y mucho menos a aquellos garrulos ignorantes que metieron fuego.
Así que... comprendo perfectamente que tampoco te importe a ti.