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lunes, abril 2

Bolas sorpresa

Bolas sorpresa


Cuando yo era niño (momento viejuno) también había máquinas expendedoras de este tipo en los bares. Las había que tenían pelotas de goma, otras tenían bolas de chicle, globos...
Pero ¿tangas? ¡tangas! ¿en serio?.
Si me hubiese salido algo así en una bola sorpresa, no quiero pensar qué efecto podría haber tenido en aquel momento sobre mi despertar a la sexualidad...

martes, noviembre 29

La vecina en bragas...

Tendedero

Hace unos días, en el patio, mientras tendía la colada, vi a la vecina de enfrente tendiendo también. Vestía una camiseta de manga larga y unas bragas. Y sonrió al saludarme.

Me dió mucha alegría al verla así.

Sí. Sé que dicho así queda un poco "extraño"  pero... dejad que os explique.

Mi vecina tenía un marido que era muy fascista y muy borracho. No sabría decir si era más de lo primero que de lo segundo, o viceversa. Pero de ambas cosas era bastante. Supongo que ella no llevaría especialmente mal que fuera muy fascista, y le incomodaría más que fuera muy borracho. Mi caso era el opuesto. Me molestaba más por fascista. Claro, que no era yo el que esperaba en casa, para verlo entrar como un pelele ridículo harto de copas. Yo sólo sabía que al otro lado del muro, en el piso contiguo, dormía un fascista que, por cuestiones que no vienen al caso, además tenía licencia de armas. Eso era lo que más me inquietaba.

La parca no entiende de ideologías. Así que un buen día, mi vecino el fascista borracho, murió. Y la causa no fue muy original dada su afición desmedida por la bebida: una cirrosis fulminante. De esto hace ya una decena de años.

Ella quedó muy afectada con su muerte. A veces nos acostumbramos a las personas y cuando faltan, es como si se hundiera nuestro mundo. Aunque racionalmente, no los echemos de menos en absoluto, simplemente porque nos hemos acostumbrado a su presencia, como te acostumbras a leer mientras estás sentado en el retrete, o a meterte el dedo en la nariz durante los atascos.

En otras ocasiones el motivo de esa afectación es más trágico aún: "eres mi vida, no podría vivir sin ti"... y resulta que es verdad, que esas personas deciden no ser ya un ser vivo autónomo, sino un organismos dependientes de otro. Esto último es más lamentable aún, aunque esa dependencia sea por amor.

No sé si ella lo echó de menos, ni siquiera tengo la certeza de que él fuera "su vida"... Pero os aseguro que la muerte de su marido le desgarró el alma durante demasiado tiempo.

Eras mi vida....

Así, comenzó a apagarse, lentamente. Yo, al verla, siempre pensaba: "ahora que tiene motivos para vivir, sin que nadie le amargue la vida..." Pero no. Como dirían las personas mayores "se dejó": no cuidaba su aspecto, no se arreglaba, siempre con un chándal oscuro, encerrada en sí misma....

Hace unos días, en el patio, mientras tendía la colada, vi a la vecina de enfrente tendiendo también. Vestía una camiseta de manga larga y unas bragas. Y sonrió al saludarme.

Me dió mucha alegría de verla así... hasta que la vi colgar unos calzoncillos boxer de hombre.

Está bien que mi vecina vuelva a ser feliz. De verdad que me alegro, Y me gusta que se sienta amada y deseada de nuevo. Pero no me gustaría que pensara que "no puede vivir sin él".

Esta vez no, vecina. Puedes vivir, colgando calzoncillos o sin colgarlos... pero recuerda que no eres parte de nadie.

viernes, mayo 18

El Quitacalzones

Mal, muy mal debe de sentar que, después de un duro día de trabajo, te roben en la calle. Que se te acerque un tipo y te pida el reloj... el monedero y... las bragas.

¿Bragas...? Pues sí. En la ciudad colombiana de Dosquebradas hay una banda que se dedica a asaltar a las parroquianas y robarles, entre otras cosas, las bragas. Mujeres de cualquier edad, incluso niñas, son víctimas de estos desalmados. Quizás, y es una hipótesis sin ningún fundamento, haya un mercado negro que las lleva a Japón. Allí el fetichismo hacia las bragas usadas está (como todo) muy domesticado: hay máquinas como las de los refrescos que venden... bragas usadas.

  +Info: BBC Mundo