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y el tiempo se acaba |
Aseguran por ahí que
el mundo acabará el próximo día 21 de Diciembre. ¡Un viernes!. Basan el pronóstico en la interpretación actualizada de una antigua predicción maya. Terremotos catastróficos, un asteroide chocando contra el planeta, grandes tormentas, extraterrestres aterrizando en masa... según parece el día será de lo más completo.
Durante mi infancia, en plena Guerra Fría, la amenaza de un holocausto nuclear fue algo con lo que aprendimos a convivir. Los niños de mi generación crecimos con el convencimiento de que un gigantesco hongo nuclear sería la última luz que cegaría nuestras tiernas retinas, antes de morir abrasados por la radiación. Y no era una predicción con la comodidad de las de hoy en día, donde se afina en un día y hora concretos: aquello podía ocurrir en cualquier momento. Sin ningún tipo de concreción. Pero no pasó nada.
Quizás por eso soy muy escéptico y no creo en "fines del mundo" con preaviso. Otra cosa es que, dada mi tendencia a procrastinación, esta patochada me esté sirviendo como escusa para evitar las odiosas compras de Navidad y Reyes. La idea es: "¿si vamos a morir... para que perder el tiempo que nos queda con el carrito de un supermercado o envolviendo regalos?". Un argumento sólido que, hasta ahora, de hecho, me está funcionando.
La memoria es frágil y ya lo hemos olvidado pero, esta no es la primera vez en que algún visionario augura el fin del mundo. Y no crean que siempre son ideas lanzadas por iluminados empachados en religión o en "conocimientos" sobre antiguas profecías. No. Recuerden aquella hecatombe cibernética que nos auguraron para el año dos mil. La llamaron "
El Efecto 2000" y hasta nuestros gobiernos (ejemplos de prudencia y sangre fría) se la tomaron en serio. Hasta la hemeroteca de "
La Arbonaida" recoge
anteriores "fines del mundo", concretamente uno para el 12 de septiembre de 2006.
Pero, quizás la conocida fue otra que se lanzó para aquel mismo año, el año 2000.
Nostradamus había predicho que "
en el año 1999, séptimo mes, del Cielo vendrá un gran Rey de Terror". El diseñador vasco
Francisco Rabaneda Cuervo (más conocido como "
Paco Rabanne") era un gran conocedor de la obra de Nostradamus. Y, después de estudiarlo mucho (o eso dijo él) fue más concreto: "
la estación orbital rusa Mir caería en pedazos el 11 de agosto sobre París y varias ciudades del sudoeste del país". A Paco Rabanne aquello le turbó tanto que
anunció oficialmente que dejaba su empresa y el diseño: a partir de aquel momento se dedicaría a esperar tranquilamente el fin del mundo (todo lo tranquilamente que pudiera ser, que estas cosas siempre siembran algo de inquietud).
Hoy, doce años después, aún se escuchan las carcajadas en París cuando lo ven pasar...
En todo caso, relájense y disfruten. Y, no es por alarmar, pero estoy seguro de que ¡¡vamos a morir!!
Eso sí, ignoro cuando. No puedo concretar más.