Señora de mediana edad, valenciana, dos licenciaturas, aparentemente culta. Actualmente residiendo en Andalucía por motivos laborales. Impartía una charla sobre Seguridad e Higiene Laboral en el ámbito del laboratorio.
En un momento dado, reproduciendo una conversación que había mantenido días atrás, imita exageradamente, y en tono jocoso, el acento andaluz. Instantes después, quizás considerando que ha "metido la pata", intenta justificarse:
- Que conste, que no tengo nada en contra de su forma de hablar (se refiere a la de los andaluces), al contrario, me resulta muy graciosa.
¡¡Plof!!
Silencio, un silencio extraño. Nadie respondió. Ella continuó la charla. Y, con su marcado acento valenciano, a continuación nos habló de la obligación de disponer en el laboratorio de una manta "inmufiga".
¡Qué graciosa la puñetera!