No faltan motivos. La errática política económica del partido que gobierna en el estado, el PSOE (un partido supuestamente progresista y de izquierdas), ha dejado desprotegidas a las clases más indefensas y ha supuesto un considerable paso atrás en las mejores obtenidas por los trabajadores durante decenios. La crisis, una crisis que afecta a las estructuras mismas del sistema, se está haciendo recaer sobre la espalda de las clases más desfavorecidas. Mientras tanto, la banca, las empresas inmobiliarias y las multinacionales que hicieron de la especulación su modo de vida durante estos últimos años, siguen presentando saneadas cuentas de resultados, en muchos casos gracias a las ayudas públicas y al ahorro de costes que han supuesto el deshacerse de gran buena de sus plantillas.
Esos sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, que dicen representar mayoritariamente a los trabajadores del Estado español aparecen, en mi opinión, como maquinarias burocráticas, tan grandes como inútiles, lugar de reposo para estómagos serviles y agradecidos. Y a sus dirigentes, hasta hace bien poco, los veíamos en las recepciones de Moncloa departiendo amigablemente con el presidente del gobierno y sus ministros y ministras.
No faltan motivos para mostrar al gobierno del PSOE la indignación por las medidas erráticas en materia de política económica y por su traición a las clases desfavorecidas de nuestra sociedad (mientras ellos, viviendo otra realidad, están enzarzados en
guerras de clanes dentro del partido). Pero me niego a ser utilizado por los dos sindicatos mayoritarios para "cubrir el expediente" de rebeldía controlada ante sus afiliados con una huelga general que llega tarde y mal. Así que, llegado el día de la Huelga General, mi sentimiento ante ella es de indignación: hacia el gobierno del Estado español y el partido que le da soporte, y ante esos dos sindicatos mayoritarios que se muestran como ajenos a la realidad e inútiles.
Puede parecer una contradicción, puede parecer una actitud "de derechas"... lo cierto es que me resulta indiferente lo que parezca. Es lo que pienso y me da igual que parezca contradictorio con mi ideología. Y está claro que, si hablamos de contradicciones, seguramente todos las tenemos....
¿o no?