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domingo, julio 22

De bien nacidos....




Hoy, 22 de junio de 2018, se cumplen 49 años desde que Francisco Franco Bahamonde (también conocido como "el Caudillo" y "Generalísimo") designó sucesor en la jefatura del estado, y lo hizo en la persona de Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (quien reinó con el nombre artístico de "Juan Carlos I"). Franco reinstauró pues la dinastía de los Borbones, aquella que el voto libre de la ciudadanía montó en un barco, en Cartagena (1931). Dicha dinastía permanece aún en la jefatura del estado español, tal y como quiso "el Caudillo", y sustentada en las sólidas bases que aquel construyó: un golpe de estado, una guerra civil y una posguerra que provocaron unos 550.000 muertos, un regimen de terror que perduró cuarenta años, y un régimen de impunidad que sobrevive aún.

 Este fue el discurso de agradecimiento a Franco que pronunció Juan de Borbón en las Cortes franquistas, el día 23 de junio, al recibir "la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936". Di que si "Juan Carlos I", de bien nacidos es ser agradecidos:

«Mi General, señores Ministros, señores Procuradores: Plenamente consciente de la responsabilidad que asumo, acabo de jurar, como Sucesor a título de Rey, lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino.

Quiero expresar en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco, la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes, pero necesarios, para que nuestra patria encauzase de nuevo su destino.

España, en estos últimos años, ha recorrido un importantísimo camino bajo la dirección de Vuestra Excelencia. La paz que hemos vivido, los grandes progresos que en todos los órdenes se han realizado, el establecimiento de los fundamentos de una política social son cimientos para nuestro futuro. El haber encontrado el camino auténtico y el marcar la clara dirección de nuestro porvenir son la obra del hombre excepcional que España ha tenido la inmensa fortuna de que haya sido, y siga siendo por muchos años, el rector de nuestra política.

Pertenezco por línea directa a la Casa Real española y, en mi familia, por designios de la Providencia, se han unido las dos ramas. Confío en ser digno continuador de quienes me precedieron.

Deseo servir a mi país en cauce normal de la función pública, y quiero para nuestro pueblo: progreso, desarrollo, unidad, justicia, libertad y grandeza, y esto sólo será posible, si se mantiene la paz interior. He de ser el primer servidor de la Patria en la tarea de que nuestra España sea un Reino de justicia y de paz. El concepto de justicia es imprescindible para una convivencia humana, cuyas tensiones sean solubles en la Ley y se logren dentro de una coexistencia cívica en libertad y orden.

Ha sido preocupación fundamental de la política española en estos años la promoción del bienestar en el trabajo, pues no puede haber un pueblo grande y unido sin solidaridad nacida de la Justicia Social. En este campo nunca nos sentiremos satisfechos.

Las más puras esencias de nuestra gloriosa tradición deberán ser siempre mantenidas, pero sin que el culto al pasado nos frene en la evolución de una sociedad que se transforma con ritmo vertiginoso en esta era apasionante en que vivimos. La tradición no puede ni debe ser estática: hay que mejorar cada día.

Nuestra concepción cristiana de la vida, la dignidad de la persona humana como portadora de valores eternos, son base y, a la vez, fines de la responsabilidad del gobernante en los distintos niveles del mando.

Estoy muy cerca de la juventud. Admiro en ella, y comparto, su deseo de buscar un mundo más auténtico y mejor. Sé que en la rebeldía que a tantos preocupa está viva la mejor generosidad de los que quieren un futuro abierto, muchas veces con sueños irrealizables, pero siempre con la noble aspiración de lo mejor para el pueblo.

Tengo gran fe en los destinos de nuestra Patria. España será lo que todos y cada uno de los españoles queramos que sea, y estoy seguro de que alcanzará cuantas metas se proponga, por altas que éstas sean.

La Monarquía puede y debe ser un instrumento eficaz como sistema político si se sabe mantener un justo y verdadero equilibrio de poderes y se arraiga en la vida auténtica del pueblo español.

A las Cortes Españolas, representación de nuestro pueblo y herederas del mejor espíritu de participación popular en el Gobierno, les expreso mi gratitud. El juramento solemne ante vosotros de cumplir fielmente con mis deberes constitucionales es cuanto puedo hacer en esta hora de la historia de España.

Mi General: Desde que comencé mi aprendizaje de servicio a la Patria me he comprometido a hacer del cumplimiento del deber una exigencia imperativa de conciencia. A pesar de los grandes sacrificios que esta tarea pueda proporcionarme, estoy seguro que "mi pulso no temblará" para hacer cuanto fuere preciso en defensa de los Principios y Leyes que acabo de jurar.

En esta hora pido a Dios su ayuda y no dudo que Él nos la concederá si, como estoy seguro, con nuestra conducta y nuestro trabajo nos hacemos merecedores de ella.» 



A día de hoy, la persona que designó Franco, Juan Carlos de Borbón, ha traspasado la jefatura del estado a su primer hijo varón, Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia (quien reina con el nombre artístico de "Felipe VI"). Es algo habitual en estas casas reales provenientes de la Edad Media, hereden el poder de esta manera, como si cualquiera de nosotros heredara el Citröen Xsara que se compró tu padre en 1998 y que "está muy bien porque ha dormido siempre en cochera". Al asumir dicha jefatura, Felipe de Borbón no juró fidelidad a Franco (algo que hubiera quedado "raro", porque estaba muerto, físicamente). Juró fidelidad a la Constitución Española de 1978, a diferencia de su padre, que sólo juró lealtad a Franco, a los Principios del Movimiento Nacional y a las Leyes Fundamentales del Reino. En cualquier caso, la monarquía y la Casa de Borbón, continúan en la jefatura del estado, de España, tal y como restaurador de la dinastía  estableció....





viernes, septiembre 14

La niña del pasillo

Nos habían advertido antes de ir: "la tercera planta de ese hotel está maldita, ocurren 'cosas' raras". Y en el comedor era tema habitual entre los huéspedes, durante las comidas. Al principio en tono de broma. Después, pasados unos días, los comentarios se volvían nerviosos y ya... ya no sonreían. La habían visto.

Yo también la vi. Una vez. Corría por el pasillo. Sus pequeños pies no hacían ruido alguno al moverse sobre la moqueta del suelo. Pero de su boca surgía un extraño sonido que mezclaba una extraña letanía con risas infantiles. La llamé...

La niña del pasillo

... se dio la vuelta, clavó sus ojos en los míos y desapareció.

domingo, abril 26

Vivir en un sinvivir

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Esto que os cuento es una impresión totalmente personal. Y además está contada con prisa (tengo que hacerle la cena a los niños que mañana es lunes). Se me ha ocurrido a raíz de leer hoy sobre la llamada "gripe porcina". Contemplo con asombro la aparición de un terror colectivo que nos ha llevado, en doce horas, a la "casi locura". Anoche fuimos a la cama tranquilos e ignorantes de la amenaza que se cernía sobre nosotros, hoy a muchos les costará conciliar el sueño. Seguramente mañana más de uno mirará con recelo al vecino que tose en el ascensor. Estoy convencido de que la mayoría de la gente necesita vivir con miedo. Siempre hay de actualidad algún "motivo estrella" que aterroriza al personal: el SIDA, Al-Qaeda, la crisis, el dengue, el desempleo, el cáncer, la peste bovina, el futuro de las pensiones, los terremotos, la amenaza etarra, la monarquía, el cambio climático, la peste aviar, el nacionalismo, la unidad de Ejpaña, la subida del Euribor, los inmigrantes, la seguridad ciudadana, la energía atómica, la amenaza china, la amenaza comunista, la amenaza islámica... Y no es que afirme que esos temas no tienen importancia (al menos algunos). Sólo digo que muchas veces los miramos con un terror totalmente irracional que no lleva a ningún lado. Quizás no sea culpa de los ciudadanos. Quizás sólo sea una estratagema de los medios de comunicación para vender periódicos o un oscuro ardid del poder para despistarnos de los temas que son realmente graves. No lo sé. Hace unos días cumplí 43 años. Si me leéis regularmente lo sabéis. ¿Sabéis? Ni uno solo de los años que he vivido, ni de los que me quedan por vivir, los amargará ningún miedo colectivo: ni de los presentes, ni de los futuros. Aunque mis días acaben por cualquiera de esas terribles y negras amenazas. Si alguien quiere vivir en un sinvivir durante su corta existencia, allá él. Yo no viviré así, me niego. Cuando me encuentre la muerte, me encontrará mirándola a la cara.
Audición Recomendada: La Cumbia de la Influenza (dedicada a la gripe porcina)