« No pienses tú luego que está la caridad en venir muy continuo a la iglesia, en hincar las rodillas delante de las imágenes de los santos, en encender ante ellos muchas candelas, ni trasdoblar las oraciones muy bien contadas. No digo que es malo esto; mas digo que no tiene Dios tanta necesidad de estas cosas. ¿Sabes a que llama Pablo caridad? edificar al prójimo con buena vida y ejemplo, con obras de caridad y con palabras de santa doctrina, tener a todos por miembros de un mismo cuerpo, pensar que todos somos una misma cosa en Jesucristo, gozarte en el Señor por los bienes y provechos de tu prójimo como por los tuyos mismos, remediar los males y daños ajenos como los tuyos propios, corregir con mansedumbre al que yerra, enseñar al que no sabe, levantar y aliviar al que esta abatido, consolar al desfavorecido, ayudar al que trabaja, socorrer al necesitado. En conclusión: todo tu poder y hacienda, todo tu estudio y diligencia, todo tus cuidados y ejercicios emplearlos en aprovechar a muchos por Jesucristo así como él lo hizo, que ni nació ni vivió, ni murió para si; mas todo se dio enteramente por nuestro provecho así también nosotros sirvamos y ayudemos al de nuestro prójimo y no al nuestro. »
Erasmo de Rotterdam (1466-1536) Escritor, erudito y humanista holandésManual del caballero cristiano (fragmento)