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jueves, diciembre 13

Fondales y Santa Lucía

Fondales, Mecina Fondales

Es Fondales, un núcleo de población perteneciente a La Taha, en plena Comarca de la Alpujarra Granadina. Uno de esos lugares donde, este que escribe, no tendría inconveniente en pasar alguna que otra temporada.

Allí se encuentra una pequeña ermita, la Ermita de Virgen del Rosario, tan agradable por dentro como por fuera...

Ermita de la Virgen del Rosario (Fondales, Mecina Fondales)

... y sin pretensiones en cuanto a lujos, muy sencilla. Decorada por ramos de flores (seguramente traídos por las vecinas "beatillas" de la localidad).

Ermita de la Virgen del Rosario (siglo XIX-XX)

Sin embargo, en el interior, algo llamó mi atención. Una imagen de una santa. ¿El motivo? su acentuado estrabismo. No me malinterprenten, no es que crea que no pueda haber santidad en un/una estrabico/a, pero todos sabemos que la imaginería siempre tiende a idealizar bajos sus propios canones de belleza a sus protagonistas. ¿Quién no ha visto una representación del judío Jesús de Nazaret rubio y con los ojos azules?

Ermita de la Virgen del Rosario (siglo XIX-XX)

Pero es que, al acercarme a la imagen de la santa, su estrabismo dejó de llamar mi atención...

Ermita de la Virgen del Rosario (siglo XIX-XX)

¿El motivo? una bandeja, una bandeja que sujetaba en su mano y sobre la que había ¡¡dos ojos!!

Ermita de la Virgen del Rosario (siglo XIX-XX)

Ya en casa (bendito Google) conocí que la santa en cuestión no era otra que Lucía de Siracusa, una siciliana nacida en el año 283. Lucía era pretendida por "un pagano" por el que no tenía el menor interés  (ni tenía interés en el muchacho en particular, ni en el matrimonio en general). Su único interés era consagrar su vida a dios. Para tratar de evitar el matrimonio Lucía preguntó al "pagano" qué era lo que más le atraía de ella. Aquel chico, en un ataque de romanticismo juvenil, aseguró que estaba prendidamente enamorado de sus ojos.

Ella, ni corta ni perezosa, se arrancó los ojos y, colocándolos en una bandejita de plata, se los regalo al pretendiente. Con esta acción, lógicamente, la muchacha consiguió  que el chaval abandonara la idea de desposarla. Claro que, quizás la dejara en paz más que por quedar satisfecho con el regalo, por el pavor que la acción de Lucía le produjo (esto es una apreciación personal).
Hoy he recordado toda esta historia de la santa siciliana porque me he enterado que  es la festividad cristiana de Santa Lucía. Felicidades a todas las "Lucías" que hoy celebren su onomástica, en especial a una de mis "compis".

No me consideren irreverente por el contenido de esta entrada. Hay dos aspectos del ser humano que respeto profundamente: ante quien se pone de rodillas y con quién se mete en la cama. Vamos... sus creencias religiosas y su sexualidad. Pero, reconozcan conmigo que la historia de la siciliana estrábica que regala sus ojos a un pretendiente  para evitar casarse con él... tiene su miga.