Los volcanes son la dramática y letal consecuencia del enfriamiento del ardiente centro de nuestro planeta. Históricamente, los terremotos y las inundaciones han causado más muertes, pero los volcanes siguen siendo una amenaza aterradora.
Los científicos han avanzado mucho en la predicción de la peligrosidad de los volcanes. Y eso depende fundamentalmente de una sola cosa: qué tan denso es el magma. Cuando el magma caliente sube hacia la superficie de la tierra, surgen burbujas de gas. Si el magma es como agua, el gas puede escapar fácilmente y no se produce una explosión. Los volcanes de Hawai y el Etna se encuentran dentro de esta categoría. Lo que caracteriza a estos volcanes es que de ellos manan torrentes de lava caliente, que corren por las laderas de las montañas, como ríos de fuego. Éstos son los menos peligrosos de los dos tipos de volcanes, pues el camino por el que fluirá el magma es predecible.
¡Explosión!
En cambio, cuando el magma que sube dentro del volcán es espeso como el dulce de leche, las burbujas de gas no pueden escapar... la presión aumenta y, eventualmente, el magma hirviendo explota. Este tipo de erupción es mucho menos predecible y, por eso, más peligrosa. Las legendarias explosiones del Vesubio de Pompeya, el Monte Santa Helena, el Pinatubo, el Monserrat y el Monte Usu fueron de este tipo. El magma espeso, además, es más consistente y hace que los volcanes sean más altos y con las laderas más empinadas, lo cual les da esa forma cónica de volcán clásico - a veces con resultados catastróficos. Cuando el magma sale expedido por la boca del volcán, las paredes pueden desestabilizarse y caer causando un derrumbe. Un efecto parecido al de destapar una botella de champaña agitando violentamente la botella, en cambio de sacar el corcho con delicadeza. El resultado puede ser explosiones poderosísimas que lanzan a la atmósfera, nubes de ceniza, gas y rocas. Conocidas como nubes ardientes incineran todo lo que se les cruce por el camino.
La importancia de escuchar rumores.
La densidad del magma depende de cuanto sílice contiene. Las rocas que componen los continentes tienen más sílice que las del fondo del océano. Así que, desafortunadamente, los volcanes explosivos casi siempre están en tierra y, por ende, más cerca de poblaciones humanas. Los volcanes que fluyen y son menos peligrosos tienden a estar bajo el mar o en islas oceánicas. En general, una de cada 10 personas del planeta viven dentro del área de alcance de un volcán activo. Es por eso que es tan importante para los científicos poder predecir las erupciones, y cada vez lo hacen mejor. Actualmente, el método preferido es el de escuchar el ruido, el rumor de los volcanes, desde el cráter. Cuando la magma empuja para arriba, se producen miles de mini-terremotos: entre más haya, más cercana está la erupción. Otros métodos de predicción incluyen el detectar cambios en la composición de los gases que emanan los cráteres activos, calcular el ángulo de las laderas e incluso observar el comportamiento de los animales.
Alerta Roja
¡Explosión!
En cambio, cuando el magma que sube dentro del volcán es espeso como el dulce de leche, las burbujas de gas no pueden escapar... la presión aumenta y, eventualmente, el magma hirviendo explota. Este tipo de erupción es mucho menos predecible y, por eso, más peligrosa. Las legendarias explosiones del Vesubio de Pompeya, el Monte Santa Helena, el Pinatubo, el Monserrat y el Monte Usu fueron de este tipo. El magma espeso, además, es más consistente y hace que los volcanes sean más altos y con las laderas más empinadas, lo cual les da esa forma cónica de volcán clásico - a veces con resultados catastróficos. Cuando el magma sale expedido por la boca del volcán, las paredes pueden desestabilizarse y caer causando un derrumbe. Un efecto parecido al de destapar una botella de champaña agitando violentamente la botella, en cambio de sacar el corcho con delicadeza. El resultado puede ser explosiones poderosísimas que lanzan a la atmósfera, nubes de ceniza, gas y rocas. Conocidas como nubes ardientes incineran todo lo que se les cruce por el camino.
La importancia de escuchar rumores.
La densidad del magma depende de cuanto sílice contiene. Las rocas que componen los continentes tienen más sílice que las del fondo del océano. Así que, desafortunadamente, los volcanes explosivos casi siempre están en tierra y, por ende, más cerca de poblaciones humanas. Los volcanes que fluyen y son menos peligrosos tienden a estar bajo el mar o en islas oceánicas. En general, una de cada 10 personas del planeta viven dentro del área de alcance de un volcán activo. Es por eso que es tan importante para los científicos poder predecir las erupciones, y cada vez lo hacen mejor. Actualmente, el método preferido es el de escuchar el ruido, el rumor de los volcanes, desde el cráter. Cuando la magma empuja para arriba, se producen miles de mini-terremotos: entre más haya, más cercana está la erupción. Otros métodos de predicción incluyen el detectar cambios en la composición de los gases que emanan los cráteres activos, calcular el ángulo de las laderas e incluso observar el comportamiento de los animales.
Con todo y eso, predecir erupciones es un asunto peligroso. En 1993, 10 vulcanólogos que vigilaban el cráter Arenas del Nevado del Ruiz, en Colombia, murieron en una explosión inesperada.
Por suerte, la tecnología moderna permite a los vulcanólogos estudiar los volcanes a distancia. Los satélites proveen la información al momento sobre la temperatura y los espectrómetros "huelen" los gases a 20 Km. de distancia.
Aunque los sensores remotos no son tan precisos como la medición in situ, han contribuido a salvar la vida de los científicos que desafían la ira de los volcanes para proteger a la población.
Leído en BBC Mundo