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jueves, agosto 11
Casares
Sierra de Ronda. Mi pueblo está allí, en el extremo levante de una vertiente meridional, anidado como un aguilucho sobre lo alto de un avanzado peñón, mirando de frente eternamente los escarpes de África, sobre el Estrecho, percibiendo en su costado el alentar del mar interior que muge dulcemente durante los días de calma y que brama revolviéndolo turbio cuando siente su lomo azotado. El paraje que lo circunda es un mundo de rocas partidas y de gargantas hondas, de aguas ariscas y de grietas fértiles. Mi pueblo, por su casco (de este modo lo llaman sus habitantes), se asienta milenariamente sobre el nido atalaya de una alta peña de la Serranía como un aguilucho inmovilizado a quien el viento sigiloso arranca y esparce el plumaje mirando de frente con ojos nostálgicos más allá del Arroyo Grande, que dijo Abuberk, al Estrecho de Tarifa, las rutas de piedras afiladas como puñales por las que fueron a la emigración nuestros hermanos, los desterrados moriscos.
Blas Infante (1914). El Ideal Andaluz.
Casares
Lugar de nacimiento de Blas Infante Pérez de Vargas (Padre de la Patria Andaluza)
Comarca de la Costa del Sol Occidental, Andalucía
martes, febrero 28
La Andalucía que yo canto
La Andalucía que yo canto
no está en las zambras ni en las fiestas,
ni es la que admiran los extraños
ni es la que cantan los poetas.
no está en las zambras ni en las fiestas,
ni es la que admiran los extraños
ni es la que cantan los poetas.
Es la labriega del cortijo
es la mocita aceitunera
que en su mirar de calentura
su desencanto y su hambre enseña
es la mocita aceitunera
que en su mirar de calentura
su desencanto y su hambre enseña
La Andalucía Labriega (1)
Miguel de Castro
(1) Aparecido en las El Ideal Andaluz, 1915, de Blas Infante
Fotografía: Jornalero
Autor: Landahlauts
lunes, marzo 23
Dolorosamente vigente
"Yo tengo clavada en la conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales; he presenciado cómo son repartidos entre los vecinos acomodados, para que éstos le otorguen una limosna de trabajo, tan sólo por fueros de caridad ; los he contemplado en los cortijos, desarrollando una vida que se confunde con la de las bestias; les he visto dormir hacinados en sus sucias gañanías, comer el negro pan de los esclavos, esponjado en el gazpacho maloliente y servido, como a manadas de ciervos en el dornillo común, trabajar de sol a sol, empapados por la lluvia del invierno, caldeados en la siega por los horrores de la canícula; y he sentido con indignación al ver que sus mujeres se deforman consumidas por la miseria de las rudas faenas del campo; al contemplar cómo sus hijos perecen faltos de higiene y de pan, cómo sus inteligencias se pierden atrofiadas por la virtud de una bárbara pedagogía, que tiene un templo digno en las escuelas como cuadras; o permaneciendo totalmente incultas requerida toda la actividad, desde la más tierna niñez, por el cuidado de la propia subsistencia, al conocer todas, absolutamente todas, las estrecheces y miserias de sus hogares desolados. Y, después he sentido indignación al leer en escritores extranjeros que el escándalo de su existencia miserable ha traspasado las fronteras, para vergüenza de España y de Andalucía”
Don Blas Infante Padre de la Patria Andaluza El Ideal Andaluz, 1915
Esta fue la entrada que inauguró el blog de La Arbonaida, el 8 de Enero de 2006. La traigo aquí a petición de Cosecha del 66 porque, aunque no soy nada amigo de memés ni de premios entre blogueros, su interés me la hizo recordar y he creído interesante volver a publicarla. Son unas palabras de Blas Infante, aparecidas en "El Ideal Andaluz", en 1915. Son unas palabras que siempre me han conmovido y que además, en lo básico, las siento dolorosamente vigentes. Desgraciadamente.
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