martes, noviembre 23

Manuel de Falla

Noche de fuego
Hoy suena en La Arbonaida la Danza Ritual del Fuego, es una pieza que forma parte del Ballet en un acto El Amor Brujo (Escenas Gitanas de Andalucía) de Manuel de Falla.

En 1915 compuso Manuel de Falla, a petición de Pastora Imperio, esta obra que incluía recitados y diálogos y que, no llegó a cuajar en el público. A decir de los entendidos porque era muy discutible en cuanto a calidad. Falla inició entonces su versión de ballet, que sería estrenada en París en 1925, protagonizada por La Argentina y que quedaría como versión definitiva.

Esta obra, como casi toda la de Falla rezuma las armonías y los ritmos andaluces, por los que Falla se sentía fascinado. Escribió Juan Ramón Jiménez refiriéndose a Falla: "Se fue a Granada por silencio y tiempo, y Granada le sobredió armonía y eternidad". Y aquí estuvo hasta que una guerra sin sentido y la muerte de Lorca lo exiliaron, como a tantos, con el corazón roto.

Manuel de Falla fue una persona peculiar. No penséis, leyendo esto que era introvertido y "raro". No. Él era amigo de sus amigos, que los tuvo y buenos: García Lorca, Maurice Ravel, Igor Strawinski, Ernesto y Rodolfo Halffter, Valentín Ruiz Aznar, Gerardo Diego, Zuloaga... Sin embargo Don Manuel era una persona muy particular: extremadamente religioso y a la vez muy supersticioso, no se le conoció pareja alguna, era tímido, sensible, serio, enfermizo (tuvo tuberculosis, anemia y artritis), hipocondriaco (sus manos sangraban de tanto lavarlas y su piano lo limpiaba con alcohol), se tomaba la temperatura varias veces al día, era espartano en el vivir y en el vestir, ayunaba y odiaba el dinero. A medio camino entre la genialidad y la locura.
Podéis oir y ver esta Danza Ritual del Fuego aquí.

Fotografía: Noche de Fuego
Autor: Landahlauts

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Falla es uno de los ejemplos de la necesidad de separar, contrariamente al ideal romántico, el hombre del artista (o, en su caso, del genio). Sus últimos tiempos en Altagracia fueron ya rayanos en la locura, en el sentido que había llevado ya sus escrúpulos beatos (más que religiosos) al paroxismo. Menos mal que su obra estaba ya publicada en el mundo entero, pues, él, tan religioso, se avergonzaba y arrepentía de haber escrito una música tan sensual. En fin, que en Falla conviene quedarse con el artista inmenso; la persona sólo despierta lástima; lo mismo puede decirse de Gaudí (para quien le guste su obra, claro), que enterado de que uno de los obreros que trabajaba en el Sagrado Engendro había estado de picos pardos la noche anterior, lo hizo arrodillar y rezar el «Yo, pecador» antes de poner mano a su «santa» obra. Ambos estuvieron lastrados, en lo humano, por una estrechísima visión religiosa de las cosas, fanática, diría yo. Son frutos de estas latitudes, al fin y al cabo.

Más claro, agua dijo...

Y el Google le ha dedicado su logotipo del día... ;-)

Landahlauts dijo...

Doctor Hache:
Es muy frecuente que detrás de un genio haya una persona pobre, o mediocre... u odiosa. Algunos de esos que consideramos genios en su relación más cercana o íntima son o fueron auténticos impresentables. No sabemos hasta que punto su obra habría sido distinta de no tener esa "limitación" o, quizás... hubiera sido tan distinta que no habría destacado. Nunca lo sabremos. Saludos.

Eduardo:
Estos de Google... pisándome las entradas con sus logotipos...
;)

Anónimo dijo...

Coincido contigo, Landahlauts. Así las cosas, vaya lo uno por lo otro, sobre todo los que disfrutamos de sus obras sin haber tenido que soportarlos.
Saludos.