Hoy estaba decidido. No había nada en reparto para ella: ni cartas, ni certificados, ni paquetes postales. Sin embargo, Pedro aparcó la furgoneta amarilla con letras azules y llamó a su puerta. Cuando Irene abrió, vió el rostro amable de un hombre vestido con el uniforme de Correos. Él le dijo que se llamaba Pedro, que era su cartero desde hacía más de seis años. Confesó que la amaba desde la primera vez que la vió: desde que le trajo aquella sanción de Hacienda, certificada y con acuse de recibo. También le dijo que era el autor de las cartas que había estado recibiendo, de modo ininterrumpido, durante los últimos cinco años. Esas cartas sin remitente que puntualmente llegaban a su buzón. Esas cartas de amor de un extraño.
Cuando todo comenzó, Irene se asustó. Le preocupaba pensar que era el objeto del deseo de un desconocido. Podía tratarse de algún perturbado, de un desequilibrado. Había tanto loco suelto, que le asustaba pensar que alguno hubiese puesto los ojos precisamente en ella. A pesar de todo, poco a poco, se fue acostumbrando a encontrar aquel sobre de color vainilla en su buzón. Embriagada por las palabras de aquel desconocido seductor, educado y tierno, se sentía como una quinceañera enamorada. Feliz y llena de ilusión.
Después, y siguiendo las instrucciones de Pedro, ella tuvo oportunidad de responder. "Escríbeme a la 'lista de correos', no hace falta más dirección, a nombre de Pedro Medina Suárez". Así, se completó la comunicación, desde aquel momento ambos eran destinatarios y remitentes. Cientos de cartas fueron en un sentido y en otro durante algunos años.
Y hoy, tenía a Pedro delante. Podría decirse que era un tipo corriente, como él le había advertido. No había en su apariencia nada especialmente sobresaliente, ni distinto a lo que cabía esperar en un "cuarentón medio". Era la primera vez que lo veía o, al menos, la primera vez que reparaba en él. Era un extraño, no cabía duda. Sin embargo, le resultaba extrañamente cercano. Quizás porque ambos se habían mostrado sin tapujos, abriendo su corazón al otro, durante los últimos cinco años.
- Te necesito - dijo ella.
Él, no respondió. La abrazó y la besó.
Música recomendada: Please Mr. Postman - The Beatles.
Fotografía: Postman of Love
Autor: Landahlauts
20 comentarios:
Joooo, qué bonito!
Y por qué a los corrientes de no ficción no nos pasan estas cosas (claro que también nos pasan otras que tienen su gracia, su curiosidad y casualidad y su encanto)?
Porque, esto es como de película, eh!
Joooo, qué bonito!
Que bonita historia de amor
¡¡¡Yo quiero un Pedro en mi vida¡¡¡
Es precioso Lan. Es como el "Ramito de violetas" adaptado al siglo XXI.
Un abrazo
el cuarentón medio sabía hablar (escribir) y tenía paciencia, no hay duda; cinco años escuchando "palabras bonitas" convencen a cualquiera... es lo que tienen y por eso nos gustan???
l.blondieElpoderdelapalabra
Precioso Don Landahlauts. Me ha encantado
hala, qué bonito, don Landa!!!!!
pero Pedro se podía haber decidido antes... tantos años esperando, yo no tengo paciencia para tanto... :-)
Joer, qué chulo. ¿te lo ha sugerido la foto o al revés?
Primero fue la foto, Peritoni. Me lo sugirió la foto.
Gracias a todos/as!
Ole!
Pensar que fui cartero y no se me ocurrió nunca. Que falta de imaginación.
En realidad renuncié al otro día después de casi morir insolado por las calles de Bs As en pleno verano.
pero fui cartero por un día.
Hermoso relato, saludos
Ostras....a mí me ha provocado una reacción adversa...qué miedo!!!! yo hubiera llamado a los mossos de escuadra!
Quizás soy más desconfiada que ella!
Anabel, a veces, hay que arriesgarse.
:)
Gamar, tuviste tu oportunidad...
Lo primero decirte que es una historia preciosa.
Lo segundo, si no hubiera esperado tanto quizá le hubieran quedado algunos pelos a la hora del encuentro :).
Es la versión tradicional de un cibernoviazgo, no? El postalnoviazgo!!
Muy chula la historia.
Besines.
Que bonico, y que buenos son los beatles
Ainsss ... si me he puesto ñoña y todo.
Precioso relato, Landahlauts.
A veces basta plantar la semilla y regarla un poquito para que de ella nazca una hermosa planta que de sus frutos.
Me ha gustado el retroceso en el tiempo del segundo párrafo. Está bien "parida" la histora. Eso sí concido con la mayoría... 5 años son muchos :-)
Saludos
Cinco años y toda una vida si es menester. Esa periódica carta podía hacerla más feliz que cien mil sucesos afortunados al día.
Precioso relato. Se supo ganar su corazón pasito a pasito. Hay veces que es mejor no enviar un telegrama urgente sino pacientes mensajes a la antigua usanza :D
Un franqueo es para siempre... :-)
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