martes, enero 20

Sus tesoros

Contraluz
Bajó las cajas del armario y las abrió en mitad de la habitación. Era algo que le gustaba hacer de vez en cuando. Todas aquellas cajas contenían la memoria de su vida: libros, cartas, discos, fotografías y cientos de pequeñas cosas que, para él, eran de un valor sentimental incalculable. Allí estaba aquel primer LP que compró con tanto esfuerzo: Learning To Crawl de The Pretenders. O la vieja edición de bolsillo de "El Viejo y el Mar" de Hemingway (¿vendría de aquellas hojas amarillentas su amor por el mar?). Dietarios llenos de adolescencia, de risas, de llantos, de esperanzas, de frustraciones... De entre las páginas de uno de los dietarios, cayó una pequeña hoja de papel. Era una vieja servilleta de la desaparecida Cafetería Victoria, cuidadosamente doblada por la mitad. Cuando la abrió contempló la marca de carmín que unos labios habían dejado en ella. Debajo había una palabra escrita a bolígrafo con letra inequívocamente femenina: "SIEMPRE". Sonrió. Recordó el sabor adolescente de aquellos labios, escuchó de nuevo el susurro de amor que quedó transcrito en aquella servilleta. Volvió a percibir el aroma de aquella muchacha: olía a fresas. Sintió aquellos besos suaves, infinitos, con los que ella recorría su cuello. Recordó el tacto suave de sus pechos, fetiches del deseo, erguidos de juventud y de placer. Pero... no recordó su nombre. Lo intentó una y otra vez pero, no fue capaz de recordar su nombre. Pasaron algunos días. Las cajas continuaban en mitad de la habitación. Su contenido estaba ahora disperso y revuelto. Buscaba un indicio, una pista. Su mente se esforzaba inútilmente por ponerle nombre a la muchacha que olía a fresas. No consiguió nada, excepto obsesionarse durante todas las horas del día y de la noche, tratando de iluminar su mente. Buscando un "click" mágico que le hiciera recordar aquel nombre de mujer. Nada. Una tarde, agotado por la angustia y la falta de sueño, fue al hipermercado. Compró unos vaqueros, media docena de camisetas, unas zapatillas de lona y una mochila. Al llegar a casa se duchó. Cuando acabó de secarse, se vistió con la ropa que había comprado. Quitó las etiquetas y dobló cuidadosamente el resto de las camisetas en la mochila. En la habitación reinaba el caos: las caja vacías estaban a un lado, en el centro de la estancia se amontonaba todo su contenido. Aquellas cajas y su contenido habían sido, hasta hace pocos días, su tesoro más precioso. Ahora eran un lastre inútil que le asfixiaba y le obsesionaba. Sacó un cigarrillo. Después de encender el pitillo no apagó el fósforo, lo usó para prender sus recuerdos. A los pocos minutos todo ardía y el humo comenzaba a hacer difícil el respirar. Salió y subió al coche. Al mirar por el retrovisor: contempló como la casa ya aparecía completamente envuelta en llamas. Sabía que en el centro de aquellas llamas desaparecían esos recuerdos que se habían transformado en un insoportable lastre. Giró la llave de contacto y arrancó. Introdujo un CD en el reproductor, comenzó a oírse "Search and Destroy", de Iggy Pop. No había recorrido ni doscientos metros cuando percibió un seco "click" en el interior de su cabeza. Podría haber jurado que notó como la sangre comenzaba a moverse de modo más fluido y oxigenaba su cerebro. Se sentía libre. Sonrió y, de modo casi imperceptible, murmuró algo... un nombre de mujer. Teresa. Pero, ya no supo porqué se le había venido ese nombre de mujer a la cabeza. Tampoco le importó. Aunque le gustaba pronunciarlo en voz alta. Olía a fresas.
Fotografía: Contraluz Autor: Landahlauts

18 comentarios:

Edurne dijo...

Tendrá que esperarme, don Landa... "hay prisa" y no puedo leer este relato, que se vislumbra interesante, como Dios y los cánones mandan.
Pero me quedo con ese nombre de mujer que huele a fresa.
Vuelvo a lo largo del día...
Pues eso, que buen día nos dé Dios o... quien tenga que darlo!
Muxus!

Caracola Light dijo...

Seguro que fue una relación tormentosa con la tal teresa. digna de provocar fuegos interiores y exteriores. Buen relato!

Maritoñi dijo...

Lo primero que he pensado es que los labios de carmín en la servilleta de la cafetería "Victoria" serían de él mismo de una noche de travestismo. Es que con la vida que llevo yo...

Breuil dijo...

Los recuerdos hay que guardarlos, no destruírlos. Quizá sean útiles en un futuro. :)

Merce dijo...

Qué drásticos son algunos!!

Efter dijo...

Quemar es más sano y purificador que enterrar, sin duda. Rápido y limpio. Pero quemar la casa... que la vida está muy mal, oiga!!
Precioso, Landah. Y duro.

Juan Duque Oliva dijo...

Por un momento pensé que Iggy le iba a recordar otro nombre de mujer e iba a quemar también el coche.

Es dificil huir de los recuerdos aunque se quemen a no ser que nos pongamos en plan Juana de Arco y aún así no se que pasaría, bueno, no lo sabe nadie.

Fantástica historia.

Peritoni dijo...

Como una falla... hay momentos en la vida en que seguro que cualquiera de nosotros hubiera querido hacer algo así ( si acaso cambiaría el hiper por una tienda jijiji), prender fuego al lastre y tirar palante... uf, qué alivio sólo pensarlo.

Marta Arrufat dijo...

Me ha encantado Landa!! y me encantan the pretenders, el fuego siempre simboliza renovación.. ruptura con algo y reinicio de una nueva.. hay muchas teresas en el mundo!

Anónimo dijo...

Bonito. Aunque a mi me gusten los recuerdos, le puedo comprender.

Saludos

madreselva dijo...

Lo dicho...un poeta Land...!!!

con dudas hijas de la poesía, el amor al mar por El viejo y el mar...?¿?

y desde la poesía, no almacena, atesora.

pon dijo...

Qué bien huele por aquí, ya sea a fresas o a humo.

Food and Drugs dijo...

Muy buen relato, de los que se leen con el piloto automático puesto. Mis felicitaciones.

DR. FREUD dijo...

Me ha encantado. Eso es lo que pasa "siempre", que la palabra siempre se utiliza desde la fantasía. Es difícil llevarla a la voluntad.

Ros dijo...

jajajaja... me parto que bueno eres el segundo en quince días que escribe un cuento de alguien que sube a coger algo de cajas!!!!

Luna Azul dijo...

Buenooo por la tremenda, todo al fuego, hasta la casa, con lo malamente que está todo oiga.
Dicen que el fuego purifica pero a mi me gusta guardar mis recuerdos hasta los tristes.
Un abrazo.

Landahlauts dijo...

Para muchos de los que vivimos con el influjo cultural del del Mediterráneo el fuego tiene un aspecto purificador y de catarsis que no siempre se comprende desde fuera.

Ese fuego era, para el protagonista de mi historia un renacimiento. No era un fuego de violencia y de terror. Sus ropas no eran de marca ni lujosas, porque no quería que se perdiera esa visión de sencillez de un "recién nacido". No odiaba sus recuerdos, los quería profundamente. Sin embargo, en un momento dado, se dio cuenta de que vivía encadenado a ellos. Y tuvo el suficiente valor para desembarazarse de su carga y renacer de aquellas cenizas.

Espero que os haya gustado y acepto todo tipo de comentarios, incluso los negativos (¿he escrito yo eso????) :)

Saludos y gracias

Suntzu dijo...

Pues me temo que vas a tener que esperar, al menos, un comentario más para recibir uno negativo, porque a mí me ha gustado mucho.
¡Cómo me fascina una buena hoguera!
Liberador.