jueves, abril 20

Eurodiputados de Andalucía



Recuerdo, en un cuartel del ejército español en Granada (hace años ya), donde el "regalo de boda" de los mandos a un compañero era nombrarlo encargado de la intendencia durante un periodo de tiempo largo. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Cuando en el Estado español algún político se ha convertido en un "político amortizado" o cuando su partido lo quiere "quitar de en medio", pero de un modo elegante, se le "asciende" a diputado europeo y se le manda a Estrasburgo, al Parlamento Europeo.

Recordemos que la sede central del parlamento está en Estrasburgo, donde se celebran las sesiones plenarias. Sin embargo, las comisiones y sesiones plenarias adicionales se reúnen en Bruselas, mientras que la Secretaría General del Parlamento está ubicada en Luxemburgo. Pensemos en la cantidad desorbitada de gastos en movimiento de funcionarios, asistentes, becarios y parlamentarios que puede generar esta deslocalización de sedes de un Parlamento que, por cierto, es el más grande del mundo, después del parlamento indio.

Allí, en su exilio dorado, en el cementerio de elefantes, hay un montón de Europarlamentarios y su corte de asistentes. De estos Europarlamentarios, difícilmente podríamos recordar el nombre de alguno a nivel estatal y más difícilmente alguno andaluz. Sus caras sólo las vimos cuando nos pidieron el voto.

Cada diputado tenía en 2004 una asignación de 12.000 euros al mes para poder dedicarla al pago de los asistentes (que no son funcionarios, son personal de libre designación). Hay diputados que tienen uno, dos, o hasta cuatro asistentes, e incluso varias secretarias. Es una decisión personal del diputado en función de sus necesidades, o de su generosidad, siempre que no supere los 12.000 euros mensuales.

Los sueldos de los eurodiputados varían en función de la nacionalidad, ya que el reglamento actual establece el mismo salario que los diputados de sus países de origen. Los españoles, de los peores pagados, reciben 14 pagas de 2.723 euros Hay que tener en cuenta que el trabajo de eurodiputado es compatible con cualquier otra función, bien política, o bien en el sector privado, y que ninguno de los eurodiputados se dedica en exclusiva a este cargo (suele ocuparle una media de dos días a la semana). Además, desde los 60 años cobran una pensión de jubilación, independientemente de que reciban otra o trabajen.

Dividen su trabajo entre las dos sedes de la Eurocámara: la de Bruselas, donde se celebran las comisiones parlamentarias sectoriales (de martes a jueves, generalmente), y la de Estrasburgo (con sesión plenaria una vez al mes). Sólo hay control de sus asistencias a las sesiones plenarias. De hecho, hubo que condicionar el pago de la dieta al voto en la sesión (se aprobó por los pelos y fue duramente contestado por algunos). Aun así, todavía hay quien llega, vota y se va, sin escuchar los debates. No faltó nadie, en cambio, el día de la aprobación de una propuesta para seguir sin trabajar los viernes de las semanas de sesión. «Algunos eurodiputados son como el Yetti, nadie los ha visto», se bromea en Bruselas.

El parón estival suele prolongarse desde la sesión plenaria de julio, más o menos a principios de mes, hasta la de septiembre, lo que supone casi dos meses de receso. También significativo es el descanso navideño: prácticamente un mes. En cualquier caso, no hay que fichar, no hay ningún control para presionar a sus señorías a trabajar.Su presencia en el Parlamento depende, las más de las veces, de lo ocupados que estén en sus negocios nacionales.

La Eurocámara aún se resiente al recordar el reciente escándalo en el que, a través de una cámara oculta, se veía a un diputado alemán explicando a otros colegas cómo sacar el máximo provecho de las dietas para conseguir más de 10.000 euros extras al mes. Y, es que las dietas por los viajes a Bruselas y Estrasburgo se calculan a la ligera y muy por lo alto: se trata de un forfait que incluye el billete de avión en la tarifa denominada «económica sin restricciones» que cuesta bastante más del habitual, más el transporte al y desde el aeropuerto y una compensación por la distancia que se calcula en función de la lejanía desde la que se desplaza el diputado. En general, las dietas aportan al bolsillo del diputado una media de 1.200 euros extra cada semana, una vez restado los gastos de viajes. Hay quien le parece poco, como el caso de un español que hace varios años intentó empadronarse en Canarias, para cobrar aún más compensación por la distancia.

Difícil se nos hace creer en Europa a muchos. Y más después del penoso recuerdo de aquel Referendum al que fuimos convocados (la única vez en mi vida que no he votado) y que, al rechazarlo los ciudadanos de los países con peso específico en Europa... quedó en agua de borrajas. Parece que lo único que funciona en Europa son los billetitos esos que nos colocaron hace unos años y que sólo han servido para encarecer el nivel de vida. Por lo demás, parece que en Europa no creen ni los Eurodiputados.

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