A modo de aclaración previa: Esta entrada no es un "¡mira que ocurrente es mi niño!" o, al menos, no es sólo eso. Es también una petición de ayuda...
A mediados de agosto pasado mi hijo de cuatro años, S., comenzó a comerse las uñas. Es una costumbre que jamás he tenido y, quizás por eso, me resulta incomprensible. Al principio le regañábamos sin darle demasiada importancia, hasta que nos dimos cuenta de que aquella manía, no sólo no remitía, sino que iba a más. Nos recomendaron aplicarle en las uñas una laca que venden en las farmacias y que, por su sabor desagradable, evita que los niños se metan el dedo en la boca. ¿Sabor desagradable? puede que sí, pero al puñetero niño, le gustaba.
El problema no sólo no remitió, sino que fue a más, llegando incluso a hacerse heridas en los dedos. Pregunté al pediatra y me dijo irónicamente, que si me enteraba de alguna solución eficaz se la dijera para aplicársela a su hija de 11 años...
Una calurosa mañana de agosto creí haber encontrado una solución relativamente civilizada: obligaría al niño a llevar guantes de lana (sí, ya... por eso he escrito "relativamente"). Pensé que, al llevar los dedos cubiertos, las uñas quedarían inaccesibles. Además, la sensación que podía tener de sentirse un poco ridículo llevando guantes en un mes en que nadie los lleva, también podría motivarlo: no te las comes... te quito los guantes.
Sí, lo hice. Comencé a ponerle al niño guantes de lana en el caluroso verano andaluz, con 40º C. Y no sólo eso, le comenté que llevaba guantes porque se comía las uñas y la gente lo miraría y diría: "mira, ese niño lleva guantes porque se come las uñas" (para motivarlo a no hacerlo, obviamente). Recuerdo haber ido al "Carrefú", con S. y sus manos enguantadas. Él no parecía sentirse muy ridículo, pero yo sí. A la mañana siguiente seguía yo dándole vueltas a la eficacia de los dichosos guantes. Instantes después de haberse levantado y desayunar, S. me preguntó:
S.: Papá, hoy no me has puesto los guantes.
Landahlauts: No.
S.: ¿Por qué? Pónmelos que me gusta llevar guantes como los porteros de fútbol...
¿A-2?
Tocado… y hundido: Eché los guantes a lavar y… hasta hoy. Y S. sigue disfrutando de su extraño complemento alimenticio rico en queratina y, sin saberlo, sigue haciéndome sentir impotente por no poder evitarlo.
¿Alguna sugerencia?