No soy muy de ver la televisión: me aburre, me quedo frito. Hace un par de días, curioseando entre los diversos canales volví a llegar a Sandro Rey. Este señor tiene un "programa" de televisión en un canal cuyo nombre desconozco al que la gente llama por teléfono y él, mediante sus dotes adivinatorias, les ayuda a resolver problemas y/o predice su futuro. Las dotes adivinatorias de Sandro, claro está, no son un don que se reparte de modo altruistas: se contacta con él mediante una llamada de teléfono que tiene una tarificación especial (pudiendo llegar a costar hasta 1'58 euros al minuto).
Y las dotes adivinatorias de Sandro son, como tantas cosas, cuestión de fe: o crees en ellas o no crees. Personalmente y, a pesar de mi aséptico comentario inicial, estoy más cerca de pensar que este individuo hace rentables las miserias y la ignorancia de los demás, sus angustias, su necesidad por tener una esperanza y un futuro. Pero vamos, que ese mismo modus vivendi es el que tiene otras personas que tiene una profesión que incluso está "bien vista socialmente"... así que lo dejaremos ahí. Y que cada cual saque sus propias opiniones al respecto.
Decía que el otro día empecé a ver el programa de Sandro Rey. En esta ocasión no usaba su habitual e infalible bola de cristal. En esta ocasión mostraba lo que él llamaba la Sagrada Cruz que no era sino una especie de cruz policromada ortodoxa.
—¿Hola? Buenas noches.
—Hola buenas noches.
—¿Cuál es tu nombre, amigo?
—¿Cómooo....?
—Kurt Cobain
—Kurt... muy bien. La Sagrada Cruz te puede ayudar. ¿Qué le pides a la Sagrada Cruz, Kurt?
—Una fabrica de guitarras para zurdos...
Llegado a este punto cualquiera, y más alguien con unas dotes adivinatorias tan infalibles como las de Sandro, debería de tener la certeza de que la llamada sólo pretendía ridiculizarlo ante su grey televisiva. Sin embargo, él (quizás pensando en los 1'58 euros al minuto) fue capaz de aguantar el tipo y seguir como si nada.
—Muy bien. Al poder de la Sagrada Cruz le pedimos una fábrica de guitarras para zurdos para Kurt. Gracias por tu llamada.
—De nada.
Ahí supo reaccionar el bueno de Sandro, con un par, aguantando de modo estoico o bien la llamada de un descreído indeseable, un provocador; o bien la llamada del mísmisimo Kurt Cobain desde el más allá pidiendo una fábrica de guitarras para todos los guitarristas zurdos del planeta.
Jamás sabremos si Sandro tenía algún parentesco familiar o una relación en cuanto a la escuela adivinatoria con Donsho Kodahor, el japonés al que se refieren en el recorte del Diario Patria del año 1941.
Pero creo que, aunque así fuera, Sandro jamás lo admitiría...