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A partir de ahora, los menores andaluces que quieran someterse a este tipo de intervenciones deberán de pasar un examen psicológico que valore su madurez y ser informados de los riesgos inherentes a una operación.
Cuando leí esta noticia, sinceramente, me quedé perplejo. No comprendo como puede ser legal que una muchacha de 15 o 16 años "se ponga tetas" (por ejemplo). Y no lo comprendo porque un adolescete, que no ha completado aún su desarrollo y, que raramente es consciente de todas las ventajas e inconvenientes de la operación, ni de los riesgos que entraña (aunque se lo explique una enfermera diez minutos antes de entrar al quirófano).
No hablamos de hacerse un tatuaje o un pirsin, hablamos de una intervención quirúrgica, de una modificación seria e irreversible de la apariencia física.
Cualquiera persona, en su adolescencia, pudo sufrir algún tipo de complejo físico (motivado o no). Con el paso de los años, seguro que la mayoría de ellos ha acabado reconociendo que aquel "defecto" que tanto les preocupaba, no era tan serio o, incluso, que podía ser en realidad un rasgo distintivo y personal (como le ocurre a la chica de la foto, la actriz española Rossy de Palma).
Como excepción, en el caso de alguna malformación seria, sí creo que se podría hacer un estudio psicológico profundo, informar al paciente y a los tutores, y llegar a operar. Pero sólo en casos puntuales, muy extremos.
Fuera de eso, que en Andalucía pasen por quirófano para una operación de estética 6.000 jóvenes al año, me parece un despropósito. Un despropósito que, me temo, no arreglará el decreto de la Junta de Andalucía.