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viernes, julio 2

Servicio de Atención al Cliente

Teléfono


Jazztel decidió ayer dejarme incomunicado: sin teléfono y sin conexión a internet. Ocurrió a primera hora de la mañana, en el teléfono se escuchaba un ruido tenue pero no había línea.  Y el ADSL funcionaba exactamente igual que si hubiese conectado el ordenador, en lugar de al router, a una hermosa sandía de Campohermoso: nada, muerto...

Y llegó el momento que todos tememos y que, cada cierto tiempo, nuestras queridas compañías suministradoras, nos hacen pasar: el duro momento de ponerte en contacto con sus "Servicios de Atención al Cliente" (pura ironía el título).

Hasta hace unos años solía atender una señorita o un caballero con un marcado acento de Alcobendas, de Alcorcón o de Tres Cantos... en otras ocasiones el acento sonaba más a Cerdanyola del Vallès, a Badalona, o a Santa Coloma de Gramenet...

Admito que el trato con el público es muy complicado. Y se debe de hacer difícil soportar las quejas de 300 o 400 personas (cada uno de su padre y de su madre) durante 6 u 8 horas de trabajo, y más aún si la remuneración no compensa especialmente. Quizás por eso el trato con esos operadores/as en muchos casos resultaba tan aspero.

Así que cuando llamabas, como cliente, a uno de estos "Servicios de Atención al Cliente" se hacía muy duro y difícil: al trato rudo del operador, falta de conocimientos técnicos,  dificultad mútua de entendimiento por acentos distintos y los tiempos de espera tan prolongado antes de ser atendido.

Recuerdo, hace seis u ocho años, haber pasado más de 45 minutos escuchando la música de espera en el servicio técnico de Digital + (en aquellos tiempos era Vía Digital). Recuerdo haber escuchado a un operador de Telefónica llamarme "hijo de puta" antes de colgarme el teléfono... y creo que todos podemos contar historias parecidas.

De unos años a esta parte, algunas de "nuestras" compañías se deslocalizaron, al menos para "atender" a sus Clientes. Y comenzamos a escuchar un castellano del otro lado del Atlántico en los Servicos de Atención al Cliente. Madreselva, una blogger de Rosario (Argentina), comentaba en La Arbonaida hace poco tiempo que muchas empresas españolas tienen allí sus servicios de atención telefónica y que pagan unos salarios en torno a los 200 Euros mensuales.

Personalmente creo, con este cambio, los consumidores hemos ganado en el trato que recibimos. Esos operadores "de allá" son generalmente mucho más amables que los "de acá". Y, respecto al acento... resulta igual de complicado, en algunos casos, que podía ser antes. Aunque hay expresiones y giros lingüísticos que son más difíciles de entender, pero te acabas quedando con ellos. Los tiempos de espera son menores en la mayoría de los casos: no llegamos a los 45 minutos de Digital +, pero... casi.

Jazztel me ofreció, como compensación por arreglarme la línea, esa cura de humildad que supone llamar desde una teléfono público en la calle (a diferencia del móvil, en una cabina es gratis llamarlos) bajo el sol andaluz del mes de julio a las dos de la tarde. Entre pitos y flautas (comprobaciones y esperas)... unos cincuenta minutos de reloj, después de haber hablado con unas cuatro o cinco personas distintas.

Eso sí, cada cierto tiempo sonaba un educado "Señor, disculpe por la demora".

Aseguraron que estaría reparado para mañana... afortunadamente a las siete de la tarde llamaron y  comprobé que ya estaba todo arreglado: "Señor, disculpe la incidencia, era un problema en la centralita".

Hay que sacar, como de todo, el aspecto positivo: he adquirido conocimientos suficientes como para poder distinguir (eso sí, con los ojos cerrados) un acento porteño, del acento de Tucumán o de Rosario. Tal es mi grado de conocimiento de los distintos acentos argentinos, después de la experiencia de hoy.

Espero que estos conocimientos no me los facture Jazztel, que estos no regalan nada...

Fotografía: Teléfono