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miércoles, diciembre 5

El silencio de los corderos

Cotobro

40 años de la Constitución Española de 1978. Aquella nacida durante "la modélica Transición", en medio de una libertad vigilada, con el chantaje del ruido de sables, con el terror de la extrema derecha y con un jefe de estado designado por "el Caudillo". En este marco, con el argumento legal de una Ley de Amnistía, se pasó página sobre la represión y la muerte de la Guerra Civil y la posguerra. No hubo justicia para los represaliados ni para su familias. En realidad, ni siquiera hubo algo parecido a una "comisión de la verdad" que sacara a la luz los años de llantos en silencio y que sirviera como reconocimiento moral hacia las víctimas.

Podía ser comprensible en aquel momento, con aquellas circunstancias: sobrevolaba por encima de todos el temor a la continuidad en la dictadura, y también había cierta ilusión por aquella democracia, por muy imperfecta que fuera. Esa fue la excusa para "echar más tierra"  en las fosas de nuestros muertos, la tierra del olvido. Y así se hizo, y desde entonces nos hemos pasado lustros soportando que se hablara de "patriotas" para referirse a verdaderos psicópatas fascistas de camisa caqui o azul; viendo sus nombres en el callejero de nuestras ciudades; o soportando como sus hijos, reconvertidos en demócratas de toda la vida, eran capaces de colocar flores en las fosas comunes que papá y sus camaradas habían llenado.

Y así pasaron cuarenta años, con la democracia (decían) más asentada, pero nada cambió. Las fosas siguen ahí. La injusticia y el silencio también. Los culpables muertos... de viejos.

Y aún nos dicen... "hay que mirar adelante, olvidar el pasado, sólo importa el futuro". Y miran con cierto desprecio a los que criticamos el Régimen del 78, a los que no nos identificamos con vuestra bandera (heredera de la franquista), ni con vuestro rey (sucesor de la dinastía "Franco Por La Gracia De Dios"), ni con vuestra constitución (votada con resignación).

Pero vuestro silencio, vuestro vergonzoso silencio, vuestro criminal silencio, sólo ha conseguido que las nuevas generaciones crezcan en la ignorancia de su historia más reciente, que desconozca totalmente quién fue Franco, o cuál fue su obra. La jóvenes generaciones sólo alcanzarán a decir de Franco que fue "un señor que hizo pantanos".

No hubo justicia. No hubo memoria. Sólo un silencio cómplice.

Y esas nuevas generaciones, hoy desencantadas y sin futuro, sintiéndose amenazadas por un futuro incierto... esas generaciones que nacieron sin memoria... son la herencia de "la modélica Transición", del silencio de los corderos.

Esas nuevas generaciones no tienen problema en votar cualquier discurso que ilusione sus días sin esperanza, incluyendo a cualquier populista de extrema derecha. Aunque cuente mentiras, aunque sea a costa de su libertad y de sus derechos.

Y son vuestros hijos, son nuestros hijos. Son el futuro, los hijos de vuestra Constitución.


Feliz Día de la Constitución.


Música relacionada: Entre poetas y presos - La Raíz

miércoles, junio 27

Geografía Internacional a través de los ojos de un español de bien...

Geographia Cl. Ptolemaei Alexandrini


Para un español de bien, los moros se extienden desde Marruecos a la India, ininterrumpidamente. Los moros son gente que, además de lavarse poco, rezan al sol diciendo "jamalajamalajama". Son terroristas muy peligrosos. Ojo, todos.

Al sur de Marruecos habitan los negros, porque eso ya es África... y ya se sabe: negro-África, África-negro. En España hubo un tiempo en que no había racismo hacia los negros, y el motivo era bien simple: en todo el solar patrio sólo habitaba un negro que se llamaba Antonio Machín. Era cantante y, aunque negro, dicen que no lo hacía mal. Y claro, habiendo sólo uno, y que además cantaba bien... no tenía sentido llamarlo "puto negro de mierda".

Al Este de la India (desde donde acaba el país de los moros), todo son chinos. Chinos como los de los bazares de los veinte duros, cabezones, y con ojillos muy chicos, son iguales entre sí, y jodidamente feos. ¿Cómo pueden reconocerse entre ellos si son todos iguales? ¿cómo pueden ver con esos ojillos de mierda?... nadie lo sabe.

Rusia y Europa del Este es casi como si no existieran: ahí era donde vivían los comunistas, y con ellos acabaron la gloriosa División Azul y San Juan Pablo II (quizás por eso lo hicieron santo).

A un español de bien no le mientes a Israel, no existe. Pero no por "el temita con Palestina"... sino porque es sabido por cualquier español de bien (y por ende, cristiano de bien) que los judíos fueron muy hideputas con Nuestro Señor Jesucristo: lo azotaron, humillaron, escupieron y, finalmente, lo crucificaron. Por eso, y porque practicaban la usura, los echamos hace siglos (a ellos, y a los moros, que invadieron España durante unos pocos años).

Por último, está América. En realidad, América como tal, se reduce a América del Norte, donde habitan los americanos que gobierna sabiamente Donald Trump. Trump es ese señor del flequillo amarillo con una señora que está muy buena y al que algunos critican, pero ojalá tuvieramos aquí un gobernante que los tuviera tan bien puestos.

Canadá... ¿Canadá? ¿eso dónde es?

Al sur de América todo es Sudamérica (incluyendo Centroamérica). Allí, está la tierra de los Sudacas, que son esos indios malparidos... bajitos, flojos y desagradecidos, que renegaron de España, a pesar de todo lo que la Madre Patria había hecho por ellos.

Otro día veremos Geografía de España, a través de los ojos y el conocimiento de un español de bien...

martes, octubre 27

Moros y Cristianos

En España...

Esta mañana, en la cola del supermercado de Granada, a espaldas de los Juzgados de la Caleta, dos señoras guardaban turno delante de mi. Hablaban entre ellas, pero alzando la voz para buscar la aprobación de los que estábamos cerca.

De sus bocas brotaban toda esa colección de prejuicios, tópicos y estereotipos que un pueblo puede tener sobre otro. En este caso, se referían a "nosotros, los cristianos" y "ellos, los moros" (sic).

Fiestas de Moros y Cristianos

Nada nuevo ni distinto. La ignorancia es tremendamente insolente y atrevida.

Excepto un par de detalles que hacían más increíble la escena: una de ellas era abogada y la otra secretaria del juzgado.

La gilipollez es como la pedrea en el Sorteo de Navidad: está muy repartida.