sábado, diciembre 26

Indispuesta

"... La cena de Nochebuena transcurría como era de esperar: toda la familia reunida, comiendo, bebiendo, cantando, riendo, charlando... Pero, a los postres, la tía Enriqueta comenzó a sentirse indispuesta. Sospecho que hubo algún tipo de reacción adversa entre los dos "tranxilium" que se engulló con los langostinos de Sanlúcar y lo que bebió durante la cena (la copa de Pedro Ximenez, un par de "Tío Pepe" fresquitos y la copita de anís dulce). Como iba pasando el tiempo y no mejoraba, decidimos llamar al teléfono de urgencias, al 061. El problema fue que estaban desbordados: intoxicaciones etílicas, "tráficos", tendones rebanados entre los cortadores "amateur" de jamón...

Nos dijeron que vendrían lo antes posible, pero... pasaba el tiempo y no aparecían. Y no, la tía Enriqueta no mejoró. Ya no sabíamos que hacer para socorrerla.

El asunto acabó muy mal porque, de pronto, la tía Enriqueta abrió unos ojos como platos, un quejido hondo brotó de su garganta y dejó de respirar. Y así se quedó, la pobre: con los ojos abiertos, rígida, sentada en el sofá, y con su carita de un color cera indefinido. Comprenderás que la situación era muy violenta: ella... allí, en el sofá, junto a la mesita de los dulces navideños y los niños correteando alrededor, mientras esperaban nerviosos la llegada de Papá Noel.

A la abuelita...

Así que estuvimos un rato barajando una posible solución para el problema. Nos dimos cuenta de que nada más había que pudieramos hacer por la pobre tía Enriqueta,  y que tampoco era muy adecuado que se quedará allí... en la esquina del salón, frente al televisor. Así que optamos por sacarla fuera, al relente. Y la tumbamos con cuidado sobre la mesa del balcón, con una sabanita echada por encima, para que no amaneciera escarchada. Y la fiesta continuó.

Lo malo es que al final, con las risas y las copas, olvidamos que estaba allí. Cada uno marchó para su casa y los titos se acostaron en el dormitorio.

Esta mañana, nada más levantarme, llamé a los titos. Tardaron en coger el teléfono, tenían un resacón de caballo y estaban profundamente dormidos. Al principio, ni siquiera sabían de qué les estaba hablando. Cuando lo recordaron, soltaron nerviosos el teléfono y corrieron al balcón. Instantes después gritaban, aterrados, que la tía Enriqueta... no estaba, que había desaparecido."

Fotografía: A la abuelita...

13 comentarios:

Food and Drugs dijo...

Pobre tía Enriqueta. Me uno al dolor de sus familiares.
;-)

Juan Duque Oliva dijo...

BIen fresquita tenía que estar, pero creo que se dio una vuelta y se calló porque en la foto no sale

Más claro, agua dijo...

Yo a mi cuñado lo disfracé de Papá Noel y lo dejé colgado del balcón, como es tradición. De ahí no lo subo hasta después de las rebajas como mínimo...

;-)

pon dijo...

Ahí a la fresca tardará en oler, asi que tranquis. Igual con el frío se amojama y teneis momia y todo!!!!

Luna Azul dijo...

Pues yo la cama la veo vacía, no sé para mi que esto es el misterio de la pobre tía Enriqueta.

ana dijo...

Pues congelá y tiesa que tiene que estar la pobre como uno de los langostinos que se había comido... eso sí, con peor color seguro, que ahí al relente ya me dirás...
Se la encontraría Papa Noel cuando subía por el balcón???

Besines.

Gregorio Toribio Álvarez dijo...

Jajajaja. Las imágenes a veces sugieren unas historias impresionantes. Felicidades por adornar tan genialmente esa foto.

Anónimo dijo...
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Merce dijo...

A ver si van a ser gases...

Lukas ThyWalls dijo...

Quien desease la figura de la tia enriqueta, macho...

Joaquim dijo...

La tía Enriqueta tumbadita en la cama se giró para ver que pasaba en la calle y vio la ventana con el crespón del Niño Jesús y la bandera roja y gualda y decidió exiliarse.
Genial relato, fruto sin duda de los excesos de sobremesas.

Ana María dijo...

Pues a mí me has dado una idea para el año nuevo, que titos y titas tengo yo un mogollón :)))).
Feliz Navidad, niño.

Cosechadel66.es dijo...

Nada, nada, seguro que nunca esta mejor A-tendida.

Carpe Diem