sábado, mayo 13

Catarsis

Tengo que admitir algo públicamente. Sé que puede hacer mucho daño a mi imagen pública. De hecho, tiene malherida mi autoestima. Pero decirlo así, públicamente, me servirá de catarsis. No sé como ha podido ocurrir, yo que toda mi vida he procurado darle buena música a mis oídos, y he tenido, creo, un gusto aceptable. Pero... algo ha fallado. El caso es, no sé como decirlo.... que me gusta La Oreja de Van Gogh. Sí, aún reconociendo que la chica tiene una voz pastelosa y las letras son facilotas, aún a sabiendas de que parece música de quinceañeros, me gusta. Espero que seáis indulgentes conmigo, penséis en lo débil que es la voluntad humana y como a veces fallamos en cosas simples, como es el caso.
Nota: Respecto a la imagen que acompaño, pensaréis que no viene a cuento. Trata de demostrar que algo de buen gusto me queda. Simplemente. 

 Landahlauts en un instante de cartarsis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una noche por delante
demasiadas por detrás
confesándole a mi almohada
que me atiene de llorar.
Cuando llegan las estrellas
temo que mi sensatez
subestime mi manía de querer volverte a ver.

Y una vez duerma mi cabeza
tomará el mando el corazón;
soñaré que tú me despiertas,
que aún vive tu apuesta por nosotros dos.

Son tan fuertes mis latidos,
que el sonido de mi voz
no se escucha cuando a gritos
pide que me haga mayor.
Por eso cada noche me muero
después me encuentra un rayo de sol.
Se quedan en la cama mis sueños
y me salgo yo.

En cuanto cierro los ojos
se me encoje el corazón.
Lo que dura un parpadeo es ya una foto de los dos.
Aunque sé que nuestra historia
es la que nunca pudo ser,
en algunos de mis sueños
ser valiente es tu papel.

Y una vez duerma mi cabeza
tomará el mando el corazón;
soñaré que tú me despiertas,
que aún vive tu apuesta por nosotros dos.

Son tan fuertes mis latidos,
que el sonido de mi voz
no se escucha cuando a gritos
pide que me haga mayor.
Por eso cada noche me muero
después me encuentra un rayo de sol.
Se quedan en la cama mis sueños
y me salgo yo.

Aveces al hablar de mi vida
termino por romper a llorar.
Supongo que es así como empiezo
a contar lo que quiero decir de verdad.

Son tan fuertes mis latidos,
que el sonido de mi voz
no se escucha cuando a gritos
pide que me haga mayor.

Hasta siempre compañero.
Nuestra historia se acabó.
Hasta siempre, amigo mío,
ya no hay sitio para dos.

Por eso cada noche me muero
y en las mañanas me hacen vivir.
Asi de dia tengo mis años
y en cambio de noche
mis años.