La saga de los Franco se atrinchera y se hace fuerte en el Pazo de Meirás, uno de los últimos vestigios inmobiliarios del esplendor de otro tiempo.
Hace ya algunos meses que el gobierno de la Xunta de Galicia manifestó su intención de declarar Bien de Interés Cultural (B.I.C.) la que fue residencia de la escritora Emilia Pardo Bazán y que, desde 1939, pertenece a los Franco, merced a una vergonzosa "suscripción popular".
El procedimiento para la declaración de B.I.C. incluye una revisión del estado del edificio y de las condiciones de la propiedad que pretende efectuar la Xunta. Y claro, eso, parece que no les ha hecho especialmente felices.
El caso es que normalmente, para estas fechas, los descendientes del "Caudillo por la Gracia de Dios" habrían abandonado ya la que es su residencia estival. Este año no, aún continúan allí. Entre las causas de esta prolongación de vacaciones podrían estar: ¿ven peligrar su propiedad campestre en Galicia?, ¿temen que se haga público el contenido de una casa que alberga 40 años de donaciones altruistas del "agradecido pueblo español"? o, acaso, ¿temen el asalto de las hordas rojas?
Sea como fuere, ahí están, aguantando como los héroes del Alcázar. Y ahí aguantarán, mientras les queden alimentos y Albariño en las bodegas. Al final, si la cosa no se soluciona, sólo quedará como viable la "opción huelga de hambre", con encadenamiento a la verja de entrada. Seguro que, al final, hasta el primo Pocholo, Arantxa y la furgoneta de la Sexta aparecen por allí para pasar unos días y animar el cotarro. Aunque no veo yo a Pocholo encadenado y en huelga de hambre, no.
El caso es que normalmente, para estas fechas, los descendientes del "Caudillo por la Gracia de Dios" habrían abandonado ya la que es su residencia estival. Este año no, aún continúan allí. Entre las causas de esta prolongación de vacaciones podrían estar: ¿ven peligrar su propiedad campestre en Galicia?, ¿temen que se haga público el contenido de una casa que alberga 40 años de donaciones altruistas del "agradecido pueblo español"? o, acaso, ¿temen el asalto de las hordas rojas?
Sea como fuere, ahí están, aguantando como los héroes del Alcázar. Y ahí aguantarán, mientras les queden alimentos y Albariño en las bodegas. Al final, si la cosa no se soluciona, sólo quedará como viable la "opción huelga de hambre", con encadenamiento a la verja de entrada. Seguro que, al final, hasta el primo Pocholo, Arantxa y la furgoneta de la Sexta aparecen por allí para pasar unos días y animar el cotarro. Aunque no veo yo a Pocholo encadenado y en huelga de hambre, no.