A ustedes, mis queridos desconocidos, se lo puedo decir: el sábado pasado me colé en una boda. Pero no piensen mal, no me colé en el ágape, en plan "gorrón muerto de hambre" que se apunta al convite. No.
Me colé en el recibimiento que se hace a los novios a la salida de la ceremonia, el cual, teniendo en cuenta que tiene lugar en la calle, no sé si técnicamente se podría llamar "colarse".
Lo cierto es que siempre me ha resultado llamativo observar el "recibimiento" que se les tributa a los novios al final de la ceremonia: kilos y kilos de arroz vaporizado de grano largo, serpentinas, pétalos de flores, petardos...Todo estos proyectiles se distribuyen de modo uniforme entre los invitados, grandes y chicos. Todos aguantan con sus puñaditos de arroz pegándose a la palma de sus manos sudadas por los nervios. La inquina con la que los parientes (por consanguinidad o afinidad, para esto todos son todos iguales) lanzan sus municiones, parece más propia de enemigos que de alguien a quien le vas a llenar la panza un rato después a un promedio de 100 euros el cubierto...
Impagable la imagen posterior de la novia sacándose los granos de arroz del escote....