Estuve tentado de entrar. A pesar del cartel.
Hubiese querido entrar y admitir que... no soy fumador. Pero que, a pesar de ello, soy una buena persona y que nada tienen que temer de mi. Les habría contado que soy de ducha diaria, que habitualmente uso desodorante y que me gusta rociarme (discretamente) de Gucci Pour Homme II (hasta cuando bajo a comprar pan). Hubiese querido mostrarles un certificado médico para demostrar que tengo mis vacunas en regla y que no padezco, a día de la fecha, ninguna enfermedad infecto-contagiosa. Hubiese querido mostrarles unos documentos de Hacienda que certifica que estoy al corriente del pago de los tributos con la Hacienda Estatal, Andaluza y Local. Podría, incluso, buscar mi cartilla militar, y verían que fui declarado apto para el servicio militar: que si no lo hice fue porque pertenezco a la generación del baby-boom y me declararon excedente de cupo (Dios bendiga a aquel bombo de la suerte). Podrían haber llevado muchas referencias escritas y verbales... todas habrían sido positivas.
Todo eso habría hecho por entrar allí... y ver... cómo es un bar de fumadores... cómo pasan su tiempo libre los fumadores, qué hacen cuando no estamos... a qué se dedican... Pero, no me atreví. No quería sentirme rechazado...
Si alguno entráis, por favor, contadme cómo es por dentro y qué se hace. Y habladles bien de nosotros, los otros, los que no fumamos.
Fotografía: Only Smokers
Autor: Landahlauts