Blanca y radiante va la novia.

La cantante de punk-pop Avril Lavigne se ha casado. Vosotros diréis... pues muy bien, ¿y? Como podéis imaginar, ese no es el tema que la hace venir a La Arbonaida o, por lo menos, no sólo ese. La cuestión es que esta chica, que habitualmente va desarrapada, en línea con la estética de su música, cambió ese día su vestuario. Vosotros diréis que eso es lo normal, que no te casas normalmente, con los vaqueritos que llevas al hipermercado, aunque sean Armani. El tema es que Lavigne se casó con un vestido de novia Vera Wang, a quien no tengo el gusto de conocer (ni ella el de conocerme a mi) pero que debe de ser una modista de postín. Llevó un ramillete de rosas blancas y fue escoltada hasta el altar por su padre, acompañados por la "Marcha Nupcial", de Mendelssohn. Su altar estuvo rodeado de rosas blancas. No sabemos si a la novia la acompañaban esa corte de damas de honor que suelen aparecer en las películas yanquis... todas con idéntico vestido hortera de color pastel y con unos caretos horribles. Quizás la boda sea el principo de un cambio de estilo y de apariencia. Puede que esté pensando en sacar un disco con su marido, también músico, al más puro estilo Pimpinela. En fin, la vida que da muchas vueltas. Como decimos aquí: Nunca se puede decir de este aguan no beberé ni este cura no es mi padre. Después de esto, no resulta tan difícil imaginar a Marilyn Manson casándose de esmoquin en la Catedral de Notre Dame... cosas más raras veremos. Landahlauts en un momento Salsa Rosa.