lunes, diciembre 27

Rudolph, El Reno de la Nariz Roja

Nota Previa: Esta entrada es continuación de otra titulada Niños, hay una sorpresa debajo del árbol... Quizás, antes de leer esta,  deberías de leer la anterior (hazlo pulsando aquí).

Mr. Claus


Crónica de una mañana de Navidad: 26 de Diciembre a las 13:00 hrs.
He dormido poco y mal: tengo que reconocer que lo sucedido logró alterar mis nervios y el resto de la noche lo he pasado metido en la cama pero sin lograr conciliar apenas el sueño. Tan sólo durante quince o veinte minutos, a eso de las siete de la mañana, mis párpados cayeron vencidos por la fatiga.

Ya después, aunque despierto, no tenía el valor suficiente para levantarme e ir al comedor. Eran las ocho y cuarto cuando los niños empezaron a cuchichear entre ellos. Al poco los oí corretear por el pasillo, camino del comedor. En contra de lo que cabía esperar, sus exclamaciones no fueron distintas de las que habíamos escuchado en años anteriores, en un día como hoy, con los regalos de Santa Claus en el salón: los niños hablaban entre si nerviosos, pero contentos. y se les oía romper papel de regalo. También se escuchó la voz mecánica de una muñeca: "¿Quieres jugar conmigo?". Decidí levantarme y ver qué ocurría allí.

Nada. No ocurría nada distinto de lo que, por el sonido, cabría imaginar. El árbol, aquel árbol donde dejé agonizando a aquel pobre desgraciado, no tenía nada extraño debajo... algunos regalos sin abrir, papel de regalo arrugado y.... nada más. No había rastro del gordo vestido de rojo. Ni de su estúpido reno.

Respiré alividado. ¿Habría sido todo una terrible pesadilla? Quizás el exceso de comida y de bebida me habia provocado esa terrible y cruel ensoñación. Sí, sin duda fue eso. Cuando quedé convencido de mi explicación, en ese justo momento, el día amaneció realmente para mi: cambió la luz, las risas y los juegos de los niños comenzaron a ser el más dulce de los sonidos, me gustaba escuchar los villancicos que sonaban de fondo y... me sentí feliz. Feliz y alividado.

Los niños comenzaron a mostrarme los juguetes que Santa Claus les había traído. Fui al trastero a por unas pilas y un destornillador, para montar el Garaje Hot Wheels del pequeño. Al volver, mi hija me esperaba con un paquete en la mano:

- Mira, papi, Santa Claus también ha dejado un regalo para ti...

Era un pequeño paquete, de unos veinte centímetros de largo por nueve de ancho, más pesado de lo que podía esperarse por sus dimensiones. Rompí el papel de regalo sin reparar demasiado en él. Reconocí el contenido en cuanto empezó a quedar liberado del papel que lo envolvía. Sin embargo, leí la etiqueta para asegurarme: "25 Cartuchos - Calibre 9 mm. (largo) para pistola automática - 25 Automatic Cartridge Pistol". Era una caja de munición para mi Llama 380 automática de 9 milímetros, esa que me habían echado los Reyes Magos el año pasado y que, en ese maldito sueño de la noche pasada, yo había usado contra el intruso del salón. Un sudor frío empezó a recorrer mi espalda... un sudor que se transformó en un profundo malestar cuando me fijé en el papel que envolvía la caja de munición. Era un papel blanco, con unos dibujos estampado en un rojo muy brillante. Los dibujos, no me cabía duda, eran huellas de la pezuña de un animal, estampadas de modo asimétrico... en rojo, sobre un fondo blanco. Eran marcas de pezuña de reno. El gordo vestido de rojo y el estúpido animal que le acompañaba me estaban mandando una señal, un aviso...

De fondo, sonaba una alegre música navideña... era Rudolph The Red-Nosed Reindeer. Aquel sonido retumbaba en mis oídos como la más burlona y malvadas de las risas. Notaba la sangre bullir impetuosa por las venas y los capilares de mi cabeza, intentando reventar mis sienes. Presentía que, en unos instantes, mi cabeza iba a explotar. Cogí la caja de munición que me había traído Santa Claus, acto seguido fui a la mesita de noche a por la pistola que me habían regalado los Reyes Magos y, con ambas cosas... me dirigí al cuarto de baño. Cerré la puerta tras de mi y eché el pestillo.

Sonó un disparo... mi presentimiento se había cumplido.

Fotografía: Mr. Santa

9 comentarios:

Sorokin dijo...

¡Alegría! ¡Alegría! Viva la Navidad. ¿Y para Reyes no guardas un cartucho?

La Bicuñada dijo...

Illoooo!!! que te gusta lo macabro....
Menos mal que te conozco....

bahtian dijo...

ME TIENES DE LOS NERVIOS!!!!
al final vas a conseguir crearme un trauma.
Alfredo, por dios!!!!!!!

Posdata:
para cuando un libro de relatos cortos?
cabron, ponte manos a la obra.
YAAAAA!!!!

América dijo...

Caramba que desasosiego,perturbador relato jjajaja,a ver como lo terminas,(espero),Feliz Navidad...Un abrazo de consuelo...

Anónimo dijo...

a) Yo tengo un azucarero igual. Me gusta poco Papá Noel y menos Santa Claus porque me revientan los viejos (como por ejemplo Susan Bene), me gustan más los armiños y la elegancia medioriental de los Reyes Magos. Especialmente la "charme" del rey Baltasar allí en La Haya... uy perdón, que se me ha ido la olla.- b) ¿Sabe usted de quién me estuve acordando el día de Navidad? Pues de los Ceaucescu y su espantoso final. He hecho una revisión del asunto y me sorprende la visión que da Wikipedia del acontecimiento y la efeméride. Diga usted algo sobre eso, si quiere, vaya.-- JM

Peritoni dijo...

J O E R!
Creo que nunca te había "leído" así... qué horror!
Me ha gustado, y mucho.

madreselva dijo...

esperamos ansiosos el cap. III.

HOSTAL MI LOLI dijo...

Como te lea el papa noel asesino ya puedes ir escondiéndote,si te encuentra la tercera parte la escribirá él.

Landahlauts dijo...

Sorokin:
Para los Reyes.... guardo 3 cartuchos. ;)
Sólo es un relato, no es una actitud vital.

Bicuñada:
Stephen King me dejó secuela. Y el psiquiatra me dijo que no me las podía curar...

Bahtian:
Esto son entretenimientos... no dan para libros.

Améria:
Terminó ya, el "prota" no ha quedado para mucho....

JM:
Yo, hasta este momento, no había establecido diferencia entre Santa Claus y Papá Noël... si le soy sincero... ¿los Ceaucescu? si le soy sincero no me gustan los gobernantes que pretenden eternizarse en el poder, y me dan algo de miedo los que se consideran a si mismo "salvapatrias". Fue un final similar al de muchos que fueron como ellos (Mussolini, sin ir más lejos) y que se echa de menos en otros "salvapatrias" que murieron de viejos y en la cama.

Peritoni:
Gracias, me alegra que te guste.

Madreselva:
El capítulo III tendría que ser un retorno del más allá del protagonista.... ;) Creo que mejor lo dejamos como está, muerto en el cuarto de baño.

Lolibel:
Esperemos que no.

Gracias a todos/as por vuestra visita y comentarios.