miércoles, diciembre 19

Orillas de tu vientre

Beijo

¿Qué exaltaré en la tierra que no sea algo tuyo?
A mi lecho de ausente me echo como a una cruz
de solitarias lunas del deseo, y exalto
la orilla de tu vientre.

Clavellina del valle que provocan tus piernas.
Granada que has rasgado de plenitud su boca.
Trémula zarzamora suavemente dentada
donde vivo arrojado.

Arrojado y fugaz como el pez generoso,
ansioso de que el agua, la lenta acción del agua
lo devaste: sepulte su decisión eléctrica
de fértiles relámpagos.

Aún me estremece el choque primero de los dos;
cuando hicimos pedazos la luna a dentelladas,
impulsamos las sábanas a un abril de amapolas,
nos inspiraba el mar.

Soto que atrae, umbría de vello casi en llamas,
dentellada tenaz que siento en lo más hondo,
vertiginoso abismo que me recoge, loco
de la lúcida muerte.

Túnel por el que a ciegas me aferro a tus entrañas.
Recóndito lucero tras una madreselva
hacia donde la espuma se agolpa, arrebatada
del íntimo destino.

En ti tiene el oasis su más ansiado huerto:
el clavel y el jazmín se entrelazan, se ahogan.
De ti son tantos siglos de muerte, de locura
como te han sucedido.

Corazón de la tierra, centro del universo,
todo atorbellina, con afán de satélite
en torno a ti, pupila del sol que te entreabres
en la flor del manzano.

Ventana que da al mar, a una diáfana muerte
cada vez más profunda, más azul y anchurosa.
Su hálito de infinito propaga los espacios
entre tú y yo y el fuego.

Trágame, leve hoyo donde avanzo y me entierro.
La losa que me cubra sea tu vientre leve,
la madera tu carne, la bóveda tu ombligo,
la eternidad la orilla.

En ti me precipito como en la inmensidad
de un mediodía claro de sangre submarina,
mientras el delirante hoyo se hunde en el mar,
y el clamor se hace hombre.

Por ti logro en tu centro la libertad del astro.
En ti nos acoplamos como dos eslabones,
tú poseedora y yo. Y así somos cadena:
mortalmente abrazados.
Autor: Miguel Hernández 
De: Cancionero y Romancero de Ausencias (1942)


Fotografía: Beijo
Autor: Landahlauts

3 comentarios:

luz de gas dijo...

Intensa, cómo poco. Exaltación de lo que no está al alcance de cualquiera. Afortunado el que lo consigue.
Saludos Landa.

El buzon de mi casa dijo...

La poesía de Miguel Hernández traspasa la conciencia y la conciencia, ya no quedan artistas con ese nivel de compromiso e intelectualidad aunados.Voy a volver a leer la poesía... tiene su miga.

Golfo, gracias por hacerme pensar. Tienes el don de hacer reverdecer mis "espinas".

Un beso.

PD. Si no volvemos a coincidir, Feliz Navidad... y no te olvides de ir a Misa del Gallo, yo si lo haré, pensare en ti, calla y no digas lo que piensas. ;)


(Mañana me han invitado a comer, en el menú el postre viene con un crep con pan de oro, ya te contare ...)

Isabel Sira dijo...

uau