martes, junio 12

¡Más rápido, más rápido!


«Alicia nunca pudo explicarse, pensándolo luego, cómo fue que empezó aquella carrera; todo lo que recordaba era que corrían cogidas de la mano y de que la Reina corría tan velozmente que eso era lo único que podía hacer Alicia para no separarse de ella; y aún así la Reina no hacía más que jalearla gritándole: «¡Más rápido, más rápido!» Y aunque Alicia sentía que simplemente no podía correr más velozmente, le faltaba el aliento para decírselo.
Lo más curioso de todo es que los árboles y otros objetos que estaban alrededor de ellas nunca variaban de lugar: por más rápido que corrieran nunca lograban pasar un solo objeto.
—¿Será que todas las cosas se mueven con nosotras?» —se preguntó la desconcertada Alicia.
Y la Reina pareció leerle el pensamiento, pues le gritó: —¡Más rápido! ¡No trates de hablar!
Y no es que Alicia estuviese como para intentarlo, sentía como si no fuera a poder hablar nunca más en toda su vida, tan sin aliento se sentía. Y aún así la Reina continuaba jaleándola:
—¡Más! ¡Más rápido! —y la arrastraba en volandas.
—¿Estamos llegando ya? —se las arregló al fin Alicia para preguntar.
—¿Llegando ya? —repitió la Reina—. ¡Pero si ya lo hemos dejado atrás hace más de diez minutos! ¡Más rapido! —y continuaron corriendo durante algún rato más, en silencio y a tal velocidad que el aire le silbaba a Alicia en los oídos y parecía querer arrancarle todos los pelos de la cabeza, o así al menos le pareció a Alicia.
—¡Ahora, ahora! —gritó la Reina—. ¡Más rápido, más rápido!
Y fueron tan rápido que al final parecía como si estuviesen deslizándose por los aires, sin apenas tocar el suelo con los pies; hasta que de pronto, cuando Alicia ya creía que no iba a poder más, pararon y se encontró sentada en el suelo, mareada y casi sin poder respirar.
La Reina la apoyó contra el tronco de un árbol y le dijo amablemente:
–Ahora puedes descansar un poco.
Alicia miró alrededor suyo con gran sorpresa.
—Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que antes!
—¡Pues claro que sí! —convino la Reina—. Y ¿cómo si no?
—Bueno, lo que es en mi país —aclaró Alicia, jadeando aún bastante— cuando se corre tan rápido como lo hemos estado haciendo y durante algún tiempo, se suele llegar a alguna otra parte…
—¡Un país bastante lento! —replicó la Reina—. Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido»

De: Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, 1865
(Alice's Adventures in Wonderland)
Autor: Lewis Carroll

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucho porsaco estás dando tu con el GP de Canadá para no haber ganado, no?

Landahlauts dijo...

Yo es que tengo el defecto de ponerme pesadito con algunas cosas... pero no soy peligroso. No te preocupes. Ni fanático.

Anónimo dijo...

Jeje. Muy bien traido

Un abrazo

Churru dijo...

Alicia me ponía de los nervios de pequeño pero de mayor me gusta mucho leerlo de vez en cuando por los guiños del autor a las matemáticas y la vida real.
Sobre Fernando Alonso, me parece una faena lo que le están haciendo, sin ser santo de mi devoción. Entiendo que los ingleses prefieran a uno de los suyos pero que estamos hablando de un bicampeón, hombre yaaaa. Y lo dice uno que se indignó con el Premio Príncipe de Asturias.

luz de gas dijo...

Exacto. Alonso-2: resto del mundo fórmulauno-0. Y eso es lo que hay ahora mismo. Saludos.
También, sin fanatismos, por descontado.