jueves, septiembre 7

La calle donde vivo -III-

Ayer pudimos leer.
Un poco más tarde, comienza a desfilar una segunda tanda de personas. Corresponde con las dependientas de las tiendas pequeñas y de Zara. Suelen ser chicas en su mayoría. Arregladas, risueñas, jóvenes y coquetas. Oliendo a esas detestables fragancias en las que predomina el olor a sandía. Lentamente las tiendas van cobrando vida. Las persianas de los negocios suben mientras chirrían rítmicamente. Se encienden los televisores, comienza a sonar la música de las tiendas y las luces de los escaparates iluminan los restos de temporada. Entonces, y sólo entonces comienzan a transitar el público, los que serán clientes de todos esos locales. Aquellos para los que aquel circo se monta y cobra vida cada mañana, inundan ahora la calle. A partir de ahora, los olores se mezclan y se confunden. A los ya existentes se incorporan algunos nuevos, como el olor a calamares fritos del Sótano H, el del escape de los autobuses de la avenida, el olor nauseabundo del McDonalds de Plaza Nueva. Otros olores son irreconocibles por mí, e indescriptibles.
Frente a mi hogar hay un bufete de abogados, en el segundo izquierda. En él trabajaba una chica, Vanessa, una pasante recién licenciada de la que yo estoy profundamente enamorado. Es una mujer de apariencia dulce y agradable, con unas gafas que enmarcan unos ojos preciosos, una mirada sincera y una sonrisa encantadora. No sé si conoce mis sentimientos por ella. En realidad, jamás hemos cruzado una palabra, todo lo más una mirada y siempre fruto del azar. No parece mujer de muchas palabras, yo diría que es algo tímida. Por la mañana siempre lleva prisa. Sube al amanecer al despacho y, al rato, baja con su maletín de piel de Ubrique y su toga cuidadosamente doblada sobre su antebrazo. Inunda la calle con su aroma embriagador e inconfundible, quizás un aroma demasiado denso y un tanto inapropiado para su edad. Es Opium, un antiguo perfume de Y.S.L. que nunca me había gustado hasta que lo olí en ella. Sus pasos se dirigirán ahora al Palacio de Justicia, que está a un par de manzanas de aquí. Luego, dependiendo del trabajo, volverá en par de horas o se irá a almorzar directamente a su casa, en este caso ya no la volveré a ver hasta las cinco. Me gustaría reunir el valor suficiente para abordarla y confesarle mis sentimientos, pero… no soy capaz. ¡¡Dios!! ¿por qué son a veces las cosas tan difíciles y complicadas?
Continuará... © Landahlauts, Andalucía 2006

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto promete... continuará... acabará bien... mira que yo quiero que algo acabe bien... por lo menos en la ficción!!!!!!

Landahlauts dijo...

¿Te gustan los finales felices?

A mi también me gusta la ciencia ficción, sobre todo los clásicos: blade runner, 12 monos, 2001 una odisea en el espacio, etc

:)

Ros dijo...

no me digas más, tu como gasset y yo seguidor de philip k. dick!!!!

Anónimo dijo...

Pues no me gusta nada la ciencia ficción: me resulta complicado tragarme una peli, así que con los libros ni lo he intentado

Gordito Relleno dijo...

Vamos "landa", que ya la tienes en el bote.

Invítala a media de calamares fritos en el Sótano H, un lugar fino y de categoría...:-)

(Sí, ya sé que no eres tú el protagonista pero no puedo evitar proponer desenlaces)

Pd.- La calle se da un aire a la calle "Pontesuelas".

Landahlauts dijo...

A Ros:
Más o menos.
A Pino:
Pero, Philip K. Dick es mucho más que libros de ciencia ficcción. Aunque solo fuera por "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? " que es el libro en el que se basa el guión de Blade Runner.
A Gordito:
Lástima del sótano H....
No soy yo el prota, está contado en primera persona, pero no soy yo el prota. Y se admiten propuestas que enriquezca el relato.
No es Granada. Las referencias a Granada han sido exclusivamente en cuanto al Gibalto y al Sótano H... pero sin conexión real con la trama.

Anónimo dijo...

Deja un final abierto, sin acabar. Así puedes hacer segunda parte.

Landahlauts dijo...

No es mala idea.

Markitos dijo...

Parece una calle de Madrid; al final todos los centros urbanos españoles se van a parecer entre sí, excepto por el bar cañí de toda la vida.

Landahlauts dijo...

No es Madrid. Pero es una calle que alguno podría reconocer, si se fijara en ella atentamente.

Es cierto que las ciudades europeas cada vez se parecen más entre sí: todas tienen los mismos diseños, el mismo mobiliario urbano, los mismos "restaurantes" de comida rápida...

PenélopeGlamour dijo...

anda, una foto de Guadalajara!!! y hasta sale favorecida, jajaja, ¿cuándo has visitado la aldea del arce?

Landahlauts dijo...

¿No era un río de piedras? ¿por qué os empeñáis en llamarla la aldea del arce???? :)

No es mía la foto... la he bajado de "la interné"

PenélopeGlamour dijo...

no sé, es cosa de Ros, pero a mí me hace gracia!! es que los alcarreños somos muy críticos con nuestra ciudad.

Sí, es río de piedras, y el nombre le viene que ni pintado, porque es lo único que tiene el río (por no tener, no tiene ni agua).